En la librería Alcaraván de Urueña, la primera Villa del libro española, encontré una preciosa edición ilustrada de Círculo de lectores de esta novela de Miguel Delibes, que, hoy, casi 50 años después, sigue reflejando nuestra sociedad.
Las primeras elecciones después de muchos años de dictadura, hay que llegar a todos los posibles votantes. En Castilla-León, ya entonces, la España vaciada era una realidad. Delibes lo refleja de forma extraordinaria en esta obra. Y el señor Cayo será protagonista indiscutible, difícil separarlo de la imagen de Paco Rabal, que protagonizó la película de Giménez Rico. Él, al que vienen a salvar, después de kilómetros por una carretera imposible, él que es rico en cultura ancestral, que es rico en vocabulario, que es preciso, que es capaz de sobrevivir a cualquier situación, él que tiene tanto que enseñarles a ellos, a sus redentores, a los que aspiran a redimir al campesino.
-¡Toó! Y ¿si me quita usted de trabajar el huerto, en qué quiere que me entretenga?
A él llegan a visitarlo Víctor, futuro diputado, Rafa y Laly, a él y a todos los del pueblo, pero solo son dos y sobra uno.
-¿De modo que solo quedan ustedes dos?
-Ya ve, y todavía sobramos uno. Aquí contra menos somos, peor avenidos estamos.
Una novela que nos trae una gran riqueza de vocabulario, siendo Delibes era de esperar, palabras que se perderán, palabras del mundo rural, palabras que dan riqueza a nuestro idioma. El contraste con la ciudad, con el mundo de la palabra y, sin embargo, tan pobre. Cardancha, escriña, alholvas…
-Usted nunca tuvo prisa, ¿no es cierto, señor Cayo?
-¡Toó! Y ¿a cuento de qué iba a tener prisa?
Al que iban a salvar, al señor Cayo, al que salva a este futuro diputado. Y salva a Víctor o pone patas arriba todo su mundo a unos días de las elecciones, las primeras para tantos, donde nadie sabe que pasará, donde la prensa ya es determinante, donde hay que estar y, Víctor ya no es el mismo que el que salió esa mañana a llegar al último rincón de la geografía española, a poder poner una chincheta más en el mapa. Si lo es el señor Cayo, que mañana seguirá igual que hoy, sin prisa, sin pausa.
-Lo más seguro es que vote que sí, a ver, si todavía vamos a andar con rencores…
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