Premio RTL-Lire de los lectores
y libreros franceses que llega al club de lectura Escuela de Mandarines. ¡Qué fantástico descubrimiento! Un autor del
que poco se conoce en España, posiblemente esta sea la única de sus obras que
está traducida al castellano. Y es curioso la poca información que sobre el
mismo hay en el propio libro: Esto es lo que aparece en la solapa Jean-Luc Seigle. Es novelista, dramaturgo y
guionista. Al envejecer, los hombres lloran es su tercera novela, después de La
nuit dépeuplée (2000) y Le sacre de l’enfant mort (2007).
Una historia que transcurre en
un solo día, el día que llega el primer televisor a este pueblo de unos setenta
habitantes. Comienza al amanecer con Albert todavía en la cama y Albert será el
protagonista indiscutible de esta novela. Una novela que nos muestra el final
de una forma de vivir. Ambientada a principios de los años 60, con la Segunda
Guerra Mundial todavía muy cerca, cerca incluso la Gran Guerra.
Albert que rememora como todo,
lo que para él constituye la existencia, está derrumbándose. Suzanne que
prefiere la comida que puede comprar a la que él produce para el hogar, que
inmortaliza en una fotografía los momentos de modernidad. Un hijo en Argelia y
otro hijo, Gilles, tan diferente a todos. Gilles, de 10 años, lector incansable
y, sin embargo, con problemas de ortografía, con un futuro tan desconocido para
Albert, que no debería pasar por la ciudad Michelin, y que no sabe como
gestionar. Una hermana huérfana de padre con la que algunos roles familiares no
son los tradicionales y una madre, perdida en su memoria, a la que hay que
cuidar y que sigue marcando los tiempos en esta familia, la de Albert. Albert
tan enraizado en la tierra que cultivaron sus antepasados, que él aró, donde
están todas las historias de la familia, historias que mantienen las raíces y
que su hijo Gilles perderá, perderá la parte material, pero, lo que le duele a
Albert es esa parte intangible de las raíces que desaparecerá. Y duele también
el no poder hablar, el que nadie pregunte, el silencio de aquellos años que
pasó en la guerra, aquellos años que pasó prisionero y aquel proyecto en el que
participó: la defensa de la Línea Maginot. Un gran proyecto que fracasó desde
un despacho. ¿Las mentiras, el olvido de la Historia con mayúsculas?
Una historia narrada desde la
resignación, desde el dolor y sin embargo desde la calma de aquel día en el que
Albert se levantó con lágrimas en los ojos. Desde una soledad y una dureza que
va de la mano de la tierra y que podríamos pensar que ha quedado atrás. La
profundidad de un personaje central, la casualidad de los que están a su lado
y, sin embargo, tan importantes en la historia de Albert, en la de un tiempo ya
pasado que se repite tan a menudo con otras caras.
La novela como reivindicación
de la Historia, como reivindicación de la Literatura que lleva a próximas
lecturas: ‘Eugénie Grandet’ de Balzac
con sus sinuosos textos y una relectura necesaria para alcanzar tantos
detalles.
Gilles comprendió entonces que cada novela que leyera lo
ayudaría a entender la vida, a sí mismo, a los suyos, a los demás, el mundo, el
pasado y el presente, una experiencia similar a la de la piel; y cada
acontecimiento de su vida le permitiría, asimismo, iluminar cada una de sus
lecturas.