Steinbeck vuelve a mis lecturas con el club Escuela de Mandarines. Un autor con el que siempre se acierta, un autor con Nobel, un autor que nos muestra una Norteamérica del siglo pasado, un momento indeterminado de la historia, posiblemente los años 30. La vida en un pequeño pueblo de pescadores, la vida de aquellos que viven del mar, que viven de las perlas, accidentes de la naturaleza, que extraen de ese lugar, a menudo inhóspito. Esa barca que Kino heredó de su familia, la que le permite tener una familia propia. Una vida tranquila dentro de la miseria, de esa casa que apenas les protege de las inclemencias. Y la desgracia que llega en forma de picadura de escorpión, la sabiduría popular frente a la ciencia, esa ciencia que no siempre está en el lugar adecuado. Deseos de riqueza para poder curar a Coyotito, para que esa siguiente generación rompa el destino. Ese destino marcado de antemano. Deseos que se materializan en una enorme perla que condicionará el futuro. El futuro desconocido que se abre ante Kino, Juana y Coyotito. Un futuro que el presente codicia.
“En el pueblo se
cuenta la historia de la gran perla, de como fue encontrada y de cómo volvió a
perderse. Se habla de Kino, el pescador, y de su esposa, Juana, y del bebé,
Coyotito. Y como la historia ha sido contada tan a menudo….”
Una novela llena de poesía, de música y, sin embargo, de una realidad que tantos conocen, que pocos pueden romper. Una novela que retrata al ser humano de forma magistral, una novela que deja poco margen a la esperanza. Una novela corta que ha conseguido mantener un nudo en mi estómago durante toda su lectura.
También de este autor en el blog: