domingo, 28 de abril de 2019

Las Inviernas – Cristina Sánchez-Andrade


Otro de los títulos del Club de lectura Escuela de Mandarines. Un libro que nos lleva al invierno del siglo XX en esta primavera. Las Inviernas, el apodo de dos hermanas que vuelven a su Galicia natal tras unos años en el extranjero a consecuencia de la muerte de su abuelo en la Guerra Civil.

La vuelta de las hermanas a la aldea hace que la rutina cambie, que en la vida tranquila que llevan todos empiecen a despertar asuntos olvidados.
Un abuelo muy carismático, interesado por la ciencia y las humanidades, que muere, quizás por envidia, quizás por el miedo a lo diferente. Y unos contratos que se firmaron y que todos creían extintos, pero que con la llegada de las 2 hermanas vuelven a tener vigencia, eso al menos, cree cada uno de ellos.
Vecinos de una aldea donde podemos ver reflejados a tantos otros vecinos que podríamos haber tenido en una época donde los cambios empiezan a llegar. Tradiciones difíciles de olvidar y todo aquello que otros saben que condiciona la vida de aquellas que tuvieron que marchar. Marchar a un destino incierto, un destino que abre la puerta a oportunidades, las que finalmente quedan en esa aldea donde siempre hay un sitio al que volver.
Y Ava Gardner que rueda en Tossa de Mar Pandora y el holandés errante. Una oportunidad para las hermanas de retomar aquello que más añoran de su estancia en Inglaterra.
Y Galicia, también como protagonista, y unos años donde todo estaba tan arraigado: supersticiones y secretos que condicionan una realidad en este lugar donde los tojos son protagonistas.

La única razón por la que enseñaba era porque quería seguir aprendiendo

domingo, 14 de abril de 2019

Tokio Blues Norwegian Wood – Haruki Murakami


Murakami, uno de mis autores favoritos, vuelve a mis lecturas, en esta ocasión con una relectura: Tokio Blues, una novela de los 80 que no pierde actualidad. Vuelve a mis lecturas y se estrena en este blog, sorprendentemente es su primera reseña. Los años de universidad de Watanabe, unos años marcados también por una amistad del instituto, y un ambiente nublado, siempre que me imagino Japón, me lo imagino nublado. A Watanabe, años después, en el aterrizaje de un avión, una canción, Norwegian Wood de los Beatles, despierta los recuerdos de una época.

Seguí pensando en aquel prado hasta que el avión se detuvo… Olí la hierba, sentí el viento en la piel, oí el canto de los pájaros. Corría el año de 1969, y yo estaba a punto de cumplir 20 años.

Época en la que Naoko, la novia de su amigo Kizuki, estuvo viviendo en aquel sanatorio tan especial, también el tiempo que la llevó allí, como esa amistad evolucionó cuando Kizuki ya no estaba, como Kizuki seguía en sus vidas. Y como en ese sanatorio conoció a Reiko, tan importante en la vida de Naoko, Reiko que contrapone la madurez, la madurez a esos años de juventud, años de inseguridades, de soledades. Y Midori, un personaje tan extravagante, de la que es imposible olvidarse: fuerte y a la vez tan frágil. Un triángulo amoroso como excusa, protagonista secundario de esta historia que retrata una sociedad, una época vital, una juventud triste cuando todo tendría que ser alegría.
Otros autores entremezclados en sus páginas: Capote o Fitzgerald. Y, como no, música y músicos, esa música tan presente en los libros de Murakami: Jazz, música clásica, Los Beatles… y una guitarra.
Me olvidaba de Tropa de Asalto, ese compañero de habitación que ayuda a llenar los huecos en las conversaciones con anécdotas sin fin.