Lectura del club
TLM-Te leeré miércoles. Lectura virtual después de mucho tiempo. Club virtual
obligado por las circunstancias, tertulia donde la literatura fue la excusa para
hablar de una realidad social que tanto nos condiciona.
Novela que nos habla
del deseo de ser madre en la generación que ronda los cuarenta, en la
generación que llega a las clínicas de fertilidad.
Silvia no tiene
estabilidad laboral, Silvia no tiene estabilidad de pareja, Silvia, tras toda
una vida intentando no ser madre, empieza a sentirse amenazada por su reloj
biológico. Y llega Gabi, y su padre fallece y toma una decisión, una decisión
en la que estará acompañada por Gabi, una relación que no llegué a creerme
literariamente, una relación que quizás es la vida misma en esta novela
autobiográfica. Una decisión que la obliga a una búsqueda contrarreloj.
Y todo se centra
ahora en un objetivo, el de tener un niño, un objetivo que se comparte en
conversaciones, que se hace patente en los amigos, en todos los que comparten
una generación. Y el tiempo pasa y el niño no llega, y llegan las aplicaciones
de ayuda a la fertilidad, llegan las que ayudan a Silvia a conocerse, llegan
las que ayudan a conocer una faceta de la pareja y llegan las clínicas de
fertilidad. Y siguen pasando las semanas y solo hay algo que importe.
Y esta situación llega
también a convertirse en protagonista laboral, una periodista que cuenta lo que
está viviendo. Una periodista que cuenta lo que viven otros que tiene cerca.
Novela que quizás
originalmente fuera un ensayo y que alarga innecesariamente la descripción de
las distintas técnicas en la reproducción asistida, del periplo por esas
clínicas diseñadas a todo lujo. Novela de ritmo desigual que nos lleva a pensar
en la tiranía del deseo de maternidad que la sociedad impone. Novela que nos
habla de una realidad por la que pasan tantas y tantas personas con la promesa
de la ternura de un niño, con el camino de pruebas, hormonas y decepciones
infinitas.
Y si el protagonista
de esta novela es indiscutible, de fondo otra denuncia social, la de aquellos
que llegan al final de su vida sin la compañía de los suyos. Clarita, vecina de
Silvia y Gabi, nos trae otra cara de una misma moneda, la de esos hijos que
llegaron pero que ahora siempre están ocupados, siempre están lejos, no
necesariamente en kilómetros y la realidad de aquellos que tienen que seguir
adelante con las circunstancias que tienen. Y esas otras relaciones de familia,
las de la protagonista, las de una madre que queda viuda, la de una madre que compara
su vida con la de su hija.