domingo, 21 de mayo de 2023

Derecho natural – Ignacio Martínez de Pisón

 

Una de mis últimas adquisiciones de Círculo de Lectores me hace volver a los 70 y a los 80 del pasado siglo. Ángel nos cuenta su infancia, adolescencia y primera juventud, pero hay otro protagonista, el padre de Ángel, también llamado Ángel, visto desde los ojos de su hijo. El padre, que podemos decir que va y viene, que es un artista en aquella España que vive en una época tardía de dictadura, aquella que está estrenando democracia. Actor, cantante que explota su parecido con Demis Roussos, o agente de artistas. Una Barcelona vista desde el recuerdo de esta familia que hoy se llamaría desestructurada y entonces simplemente familia.

La ciudad no paraba de crecer, como yo mismo

Una madre que es la que hace hogar a pesar de los múltiples cambios que les llevan de un sitio a otro donde poder pagar el alquiler, momentos de estrecheces, cambios de colegios y, sin embargo, la estabilidad que nos trasmite Ángel, mientras cuenta la vida de su familia, la suya, la de sus hermanos, la de sus hermanas gemelas que nacieron con meses de diferencia y de madre distinta, la de la madre, su trabajo en El Corte Inglés, su trabajo en la agencia de artistas, la de los abuelos que a veces pueden estar, a veces no y la de ese padre que aparece y desaparece pero que siempre está tan presente, incluso en las ausencias. La vida. Y la estabilidad que llega, la estabilidad económica, pero es otra estabilidad la que no termina de anclar a esta familia. La vida de una familia que sorprende en ese tiempo que parece estirarse.

Al lado de mi padre sólo podíamos ser satélites.

La vida de Ángel, de su amor por Irene, aquella universitaria que conoció mientras vivían en una pensión. Son muchos los lugares comunes a pesar de las diferencias, son muchos los lugares temporales que reconoceremos de esa Barcelona de los 70, del Madrid de los 80 que acoge a un Ángel ya universitario, incluso de un Benidorm que ya se reconoce como un lugar para el espectáculo.

Así funciona la memoria, que combinando recuerdos de diferentes épocas es capaz de descubrirnos cosas que en su momento no habíamos percibido. Y, en definitiva, de modificar el pasado. De construir un pasado nuevo, distinto.

Y llega el Derecho, esa carrera de Derecho, que el protagonista vive en momentos de efervescencia política. Que entrelaza la universidad con su propia vida, que descubre que un futuro marcado, quizás anodino, tiene tantas oportunidades de vivirlo. Unos estudios que lleva a su propia familia.

La cuestión era si la suma de dos injusticias de signo opuesto podía producir justicia.

domingo, 7 de mayo de 2023

¡Ay, Carmela! – José Sánchez Sinesterra

Una obra de teatro que nos muestra un momento durante una guerra, una realidad de pobreza y fatalidad pero que nos muestra también la capacidad de adaptación y de supervivencia del ser humano.

Carmela y Paulino, Variedades a lo Fino, actores de revista, llevan su espectáculo a pequeños pueblos de la España republicana durante la Guerra Civil, pero una noche cruzan las líneas y acaban en Belchite donde son retenidos y tienen que representar su espectáculo delante de las tropas nacionales. La obra nos muestra lo que pasó antes, como preparaban el espectáculo, con cierta improvisación al estar sus pertenencias requisadas como decidían lo que podían y no podían representar, como llevaban al escenario lo que le habían impuesto. Nos hablan también de su relación de pareja, de los buenos ratos y de aquellos en los que ha sido más difícil salir adelante. El espíritu de Carmela que vuelve a la memoria de Paulino, la vida sigue y, sin embargo, no es posible olvidar aquella noche en la que un soldado polaco, huérfano de madre quizás, de una madre comunista que no puede rezar, está a punto de morir en un lugar que no sabe ni pronunciar.

Algo más de una hora y media en el escenario con solo dos personajes que nos hacen reír, nos hacen llorar, nos llevan a una realidad de finales de los años 30 en una España en blanco y negro. Refleja una realidad de los actores de la época, refleja una realidad de tantos que vieron como su vida se volvía mucho más difícil por cuestiones políticas de unos y otros.  

La obra se hizo más conocida gracias a la película que Carlos Saura estrenó en 1990 protagonizada por Carmen Maura y Andrés Pajares. Y aquí se puede ver ¡Ay, Carmela! En Estudio 1 de RTVE con Verónica Forqué y Juan Diego

domingo, 16 de abril de 2023

Escuela de canto – Nell Leyshon

 

Una novela que impacta de inicio por su redacción, por la traducción de Mariano Peyrou, llama la atención la falta de mayúsculas, la falta de signos de puntuación, el uso de los pronombres… Conforme pasan las páginas nos sorprende la época que nos describe Nell Leyshon y la vida de tantas familias que representa la de Ellyn, la vida en una pequeña granja donde apenas se sobrevive. Pero Ellyn es capaz de aprovechar el pequeño resquicio que le muestra la vida. Sus dotes naturales para el canto son la oportunidad de un mundo mejor, una oportunidad para chicos, prohibida al mundo femenino. Pero la imaginación no es algo que le falte a Ellyn, las dificultades tampoco la achantan, la difícil vida de la granja, la convivencia con su hermano mayor, han dado muchos recursos a esta pequeña granjera con una voz prodigiosa que le abrirá puertas. Acompañaremos a Ellyn cuando descubre que el horizonte es mucho más lejano de lo que ella ve desde la pequeña granja, no así para las mujeres, un horizonte que espera podrá ampliar a su hermana Agnes. La vida en una escuela de canto, la oportunidad de aprender a cantar, la oportunidad de leer y escribir

Sé que es la misma luna que mira hacia abajo en casa pero ahora parece me que casa está más lejos como si al aprender a hacer letras en un papel y al aprender a leer hubiera empujado el terreno nuestro más allá y más lejos por el camino.

Un magnífico reflejo de la vida de tantas mujeres que han inventado su futuro, un futuro que llega dando traspiés y un final, que sin parecerse en nada, ni por época, ni por protagonistas, me ha recordado al de Las uvas de la ira.

domingo, 26 de marzo de 2023

Los peces no cierran los ojos – Erri De Luca


Tener diez años en los 60 y ser de Nápoles. Tener diez años, ser de ciudad y pasar el verano en una isla. Tener diez años y acompañar a los pescadores de la isla.

Haz exactamente lo que veas hacer, sin esperar a que nadie te lo diga. En el mar no es como en el colegio, no hay profesores que valgan. Está el mar y estás tú. Y el mar no enseña nada, el mar hace y a su manera.

Tener diez años y se acercó ella también. El autor nos cuenta, desde la madurez, aquel verano que pasó en la isla, aquel en el que conoció a la chica, aquella de la que no recuerda su nombre.

Hoy regreso a la edad de diez años, cuando no conseguía ver ninguna película entera porque me quedaba dormido.

El verano en el que decide crecer y para hacerlo necesita algo drástico.

Hoy sé que el cuerpo se transforma según el uso asignado, con lentitud de árbol. Diversas formas han atravesado el mío hasta el perchero que es ahora. A los diez años creía en la verdad de los golpes. Lo irreparable me parecía útil.

Un relato intimista de aquel verano de la infancia, aquel en el que el padre estaba en América, aquel en el que su madre tuvo que decidir si ser o no una emigrante, aquel en el que la chica le enseñó lo que era la justicia, lo que muchos creen que es la justicia, sin embargo

No me cuadraban esas cuentas suyas, el cuerpo herido al principio era uno, el mío, y ahora se convertía en tres. No igualaba, mejor dicho, desigualaba aún más esa justicia.

Un padre ausente aquel verano pero muy presente en el autor adulto. Una madre presente entonces y presente en ese Erri adulto que recuerda aquel verano inolvidable en el que aún sigue siendo un niño pero la libertad de la isla le permite crecer, tomar decisiones, conocer, vivir. Recuerdos de la infancia desde el final de una vida, reflexiones de un niño que lo llevarán a la madurez.

¿Sabes que has dicho una frase de amor?

domingo, 12 de marzo de 2023

Invisible – Paul Auster

Vuelvo a Auster con “Invisible”, un encuentro causal en una fiesta condiciona la vida de Adam Walker. Distintos narradores nos harán llegar que ocurrió en aquel 1967.

Le estreché la mano por primera vez en la primavera de 1967. Por entonces yo era un estudiante de segundo curso en Columbia, un muchacho sin formar con ansia de libros y la creencia (o ilusión) de que algún día tendría las suficientes cualidades para considerarme poeta, y como leía poemas, ya conocía a su tocayo del infierno de Dante, un muerto que iba arrastrando los pies por los últimos versos del canto veintiocho del Inferno,  Bertran de Born, el poeta provenzal del siglo XII, que llevaba cogida del pelo su cabeza cortada, haciéndola oscilar de un lado a otro como un farol: sin duda una de las imágenes más grotescas de ese extenso catálogo de alucinaciones y tormentos.

Así comienza esta novela dividida en 4 partes, la primera donde vamos a conocer a los principales protagonistas de esa primavera en Columbia, esa fiesta donde Adam conoce a Rudolf Born y a Margot, la novia de este. Y rápidamente nos encontramos ante un joven delante de una oportunidad inesperada, la de gestionar su propia revista literaria. Días de llevar a hechos concretos una idea de un estudiante universitario, y una cena, una cena para cerrar un trato, un trato que se ve frustrado por Cedric Williams, un atraco que sale mal.

Y Auster nos hace viajar en el tiempo 40 años adelante, a 2007, y es un amigo de juventud de Adam el que nos permite conocer lo que sucedió después, él que recibió una carta y un paquete con un manuscrito donde contaba su historia con Rudolf Born tras aquel ataque frustrado de 1967. Adam viaja a París y allí vuelve a encontrarse con Margot, también con Born, pero antes relata los dos meses de verano en Columbia, compartiendo piso con su hermana, una relación muy estrecha desde que un hermano falleció siendo niño. La historia que cada uno llevamos con nosotros.

VERANO. La primavera da paso al verano. Para ti es el verano siguiente a la primavera de Rudolf Born, pero para el resto del mundo es el de la guerra de los Seis Días, el de los disturbios raciales en más de un centenar de ciudades norteamericanas, el Verano del Amor.

La tercera parte es la del Otoño, la parte del manuscrito que el amigo de Walker recibe tras la muerte de éste, es Rebeca, su hijastra, la que le da unas pinceladas de su vida, de estos 40 años, pero los detalles de aquel otoño los tenemos en el manuscrito, un otoño en París, donde Adam encuentra de nuevo a Margot, la pareja de Born en aquella primavera de Columbia. Y, como no podía ser de otra forma, vuelve a coincidir con Born, que piensa contraer matrimonio con Hélène. Adam no encuentra otra forma de poner las cosas en su sitio que contar a Hélène toda la verdad, su verdad, la de un testigo presencial de aquella noche de la primavera de 1967.

El final, la cuarta parte de la historia, queda inconclusa por la muerte de Adam, pero su amigo, editor de éxito, consigue localizar a Cécile, la hija adolescente de Hélène, la joven que se enamoró de Adam y que, ahora 40 años después puede llegar a saber que pasó en aquel otoño en París, el otoño anterior a la primavera del 68. Y nosotros leeremos su diario.

Porque si intentara contarle lo que pasó, no creo que pudiera explicarle la extraña e inquietante experiencia que supuso para mí.

Me está tomando el pelo, ¿verdad?

Sólo un poco. Para utilizar sus propias palabras, no puedo contarle nada, pero puede leerlo si quiere. 

Un Auster clásico con historias que juegan consigo mismas en el tiempo y el espacio, ficción y realidad dentro de una historia que se desencadena en tiempos cortos pero que se necesita una vida para conocerla.

Otros libros del autor en el blog:

Brooklyn Follies

El Cuaderno Rojo

Tombuctú

Un hombre en la oscuridad