Penélope, cirujana en un país civilizado, es también cirujana en un país en guerra, donde su trabajo hace tanto por los demás, una vida en paralelo que se va decantando por esa presencia en países en conflicto. En Francia tiene una familia que la entiende, que la apoya, una hija que la adora, un marido que cuida de todo, una madre que está ahí para su nieta, una hermana. En África tiene una misión. Regresa a casa, pero no viene sola, viene un fantasma en su maleta, el fantasma de aquella niña que no pudo salvar. Un fantasma que está presente en este regreso a casa para ver a los suyos, en este regreso a casa para recomponerse, en este regreso a casa donde descubrir que su hogar está aquí, pero su sitio está en aquel quirófano de África.
Una novela gráfica que nos habla de dos mundos tan lejanos, de Penélope y su trabajo que no cesa, de una familia que tiene lejos, de esa niña para la que no está a su lado porque está al lado de tantos otros. Una vida dividida donde tantas veces hay que elegir y elegir duele. Una novela donde las palabras apenas son necesarias, imágenes que lo cuentan todo, donde la acuarela es capaz de transmitir ese conflicto interno de una profesional que tiene que elegir entre familia y trabajo.
