Solo había leído otro libro de
este autor: El Cuaderno de Noah. El
esquema es bastante similar entre ambos: una gran historia de amor con muchas
dificultades y problemas.
De fondo, una enfermedad que
trastoca más a la familia que a la persona que la sufre y una ayuda, junto con
el protagonista, a conocerla, a comprenderla, a poder disfrutar de buenos
momentos incluso cuando las situaciones son tan adversas.
Una
vez me dijo que la clave de la felicidad radicaba en los sueños alcanzables y
los suyos no tenían nada de excepcional….
Ameno de leer, es fácil querer
seguir adelante para conocer que es lo que pasa con esta pareja que parece
tenerlo todo en contra. Los protagonistas, salvando las distancias, podrían ser
los mismos en ambos libros.
Tenemos a su vez una historia
bastante actual y hechos que se repiten entre varios de los libros que he leído
recientemente: el 11-S, aunque no como protagonista, solo como fondo, y las
dificultad de mantener una relación en la distancia, la distancia que obliga el
destino de algunos militares. La incertidumbre de una guerra no demasiado lejos
y de la paz de “nuestro” mundo amenazada.
Un libro muy apropiado para el
verano, de un autor bastante prolífico y cuyas historias se han llevado en numerosas
ocasiones al cine, incluido este libro. Es fácil haber visto alguna de sus
películas, al menos en televisión. Precisamente, mientras leía este libro
emitieron Mensaje en una botella,
otra de sus historias, la tarde de un domingo y poco antes de publicar esta
reseña, otro domingo, Querido John.
La
gente más triste que he conocido en mi vida es la que no siente una pasión
profunda por algo. La satisfacción y la pasión van cogidas de la mano y sin
ellas la felicidad sólo es temporal porque no existe nada que la haga perdurar.