domingo, 24 de noviembre de 2019

Tierra de campos – David Trueba


Una de mis últimas adquisiciones en Círculo de Lectores. Esta lectura parece que va a ser mi despedida particular a un estupendo proyecto como fue Círculo de Lectores. Una bonita despedida, una bonita lectura, aunque alguna más quedará por casa pendiente de leer.

Dani Mosca, músico y compositor, traslada el cuerpo de su padre para enterrarlo en su pueblo natal, un pueblo de Castilla. Este viaje tan particular le permite recordar su vida junto a su padre, pero no solo eso, sus algo más de 40 años de existencia, media vida, como diría otra autora que leí recientemente . El inicio de Las Moscas con unos amigos del colegio, su grupo de música, un grupo que parece tener cierto éxito y que le permite vivir de la música, aunque su padre nunca lo vio como un trabajo de verdad. Las diferencias entre generaciones, entre el campo y la ciudad, puesta de manifiesto en el trabajo, en lo que es importante en la vida.

¿Y usted a qué se dedica? Yo hago canciones, le dije. A mi padre le resultaba risible oírme decir que vivía de hacer canciones. Anda, búscate un trabajo, hijo, y no hagas más el ridículo. Pero no se me ocurre una forma mejor de explicar mi oficio.

Nos cuenta como este grupo, como él Dani Mosca, vivió los años de la movida, como la noche, influye en las relaciones, en el modo de vida. Nos habla de familia, de la niñez, de la madurez. De la vida que puede llevarse a aquellos que quieres aunque sigan estando ahí.

Un día las madres dejan de darte el beso de buenas noches. En mi caso una noche no llegó el beso y aguardé silenciosamente. La oscuridad se transformó en hostil, lúgubre, inhóspita. Puede que otras noches yo mismo la llamara, pero llega la noche en que no te sientes autorizado para gritarle mamá, ¿vienes? Y no viene nadie. Puede que cuando despiertes a la mañana siguiente seas más adulto, más independiente, pero esa noche tan solo eres más infeliz.

Y sobre todo de amistad, de esos amigos que están siempre ahí, aunque no estén, de aquellos que están solo en una época de nuestra vida. De Gus, de Animal, de como cada uno es diferente, de como cada uno podemos ser tan importantes para otros sin darnos cuenta, de como nos damos cuenta de lo importantes que son otros para nosotros.

No le pidas a tu amigo algo que tu amigo no puede darte y tendrás amigo durante muchos años.

De una nueva familia, de la que crees que lo será siempre, de la que lo es siempre. De como aquello que sucede nos condiciona el presente, como hechos aparentemente fortuitos dan un giro a nuestra vida. Nos habla también de desarraigo, de esas raíces que existían, que existen, en el mundo rural, que se pierden en una gran ciudad como Madrid, y va más allá, cuando el hogar está tan lejos como Tokio, cuando es el mundo entero el que puedes considerar tu ciudad, vivir en Tokio, trabajar en Madrid o Munich.

Es difícil organizar la vida, pero la vida a veces se organiza sola para ti de una manera delicada, con una lógica que asusta, tan perfecta que es emocionante.

Nosotros somos gente normal. Ésa era la absurda definición que mi padre hacía de nosotros. Luché contra ello, con el deseo callado de no ser normal, de ser alguien especial. Pero nunca pude sacudirme de encima ese estigma, el de ser normal.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Lluvia fina – Luis Landero


Le tenía muchas ganas a Landero, nunca había sido el momento adecuado y ha llegado con la Lluvia, el club Escuela de Mandarines me ha dado una segunda oportunidad. Reconozco que Lluvia fina me ha dejado tocada.

Ahora ya sabe con certeza que los relatos no son inocentes, no del todo inocentes. Quizá tampoco lo sean las conversaciones de diario, los descuidos y equívocos verbales o el hablar por hablar.

Una historia, que podría haber sido anodina, y que no deja de sorprendernos a cada momento. Una historia de actualidad con tintes de pasado. Una historia oscura, durísima. La historia de tres hermanos, la que le cuentan a Aurora, todos hablan con Aurora, difícilmente hablan entre ellos. El pasado que se hace presente por el proyecto de una reunión familiar: la celebración del 80 cumpleaños de la madre. Y un pasado que tiene demasiadas heridas abiertas. Una historia de supervivencia, la de esa madre que se queda viuda con tres hijos a su cargo y tantos daños colaterales, tantos que van haciéndose presentes en esas conversaciones con Aurora, la cuñada que siempre está dispuesta a escuchar.


Y ahora resulta que, por primera vez en su vida, también ella tiene una historia que contar, y con gusto se la contaría a alguien, pero no tiene a quién, y quizás tampoco ella sepa contarla, porque le faltan fuerzas para concentrar la memoria en un punto y enseguida pierde el hilo y los episodios se le desarman y se le mezclan como si alguien los barajase a mitad de partida.

Ese 80 cumpleaños que reabre tantas heridas, tantas piezas de un puzle que no encajan entre sí. Tres hermanos y una vida tan distinta ¿tan distinta realmente?

…y dijo que él pensaba que la felicidad se aprende, y ese sería el primer oficio que tendríamos que aprender de niños, como también se ha de aprender a convivir con los contratiempos que nos manda el destino….

Ese pasado que quizás sea mejor dejar allí donde pasó, ese pasado que vuelve y saca a la luz todo lo que parecía distinto, una imagen idealizada, una imagen que nunca supimos como tenía que ser. Esa imagen que sigue condicionando el presente.

-Es verdad. Pero también me he quedado como vacía. No sé si es bueno contar o no las cosas. No lo sé. Quizá hay historias que no deben contarse, asuntos del pasado que es mejor que sigan perteneciendo para siempre al pasado.