Finalizamos curso del club Escuela de mandarines con Casa de muñecas, una obra de teatro clásica que Ibsen escribió en la segunda mitad del XIX.
La obra discurre en tres actos, en el primero conocemos a los personajes, principalmente a Nora, protagonista indiscutible. Época de Navidad, Helmer, marido de Nora, acaba de conseguir un mejor puesto de trabajo en el banco y confían poder vivir sin estrecheces. Y aparece Cristina, una amiga, a la que Nora contará uno de sus secretos, quizás el mayor, en una conversación trivial. Cristina pasa un mal momento y Nora quiere dar valor a una vida aparentemente sin preocupaciones, una vida en la que los demás la tratan como a una muñeca de porcelana. Le cuenta un secreto. Pero Cristina precisa un trabajo y Helmer, ahora en su nuevo puesto, tiene el poder para conseguírselo, este favor hace que las acciones del pasado de Nora sean clave, que puedan repercutir en ese nuevo puesto de trabajo de Tovaldo Helmer, en su honor, en su prestigio. Y los hechos son importantes, pero es Nora, su forma de ser, sus pensamientos, los que resaltan en esta obra, los que ponen sobre las tablas esa justificación que quizás no sirviera ante un juez, pero en la que tantas veces pensamos ante una decisión que tendría que haber sido otra. Tenemos algún personaje más en esta obra que ayuda a conocer mejor a los protagonistas, a crear el ambiente adecuado que permite llevar la acción al salón de una familia acomodada más de un siglo atrás pero que no se diferencia tanto de problemas que podríamos tener hoy en día. El doctor Rank, amigo de la familia que sacará a la luz sus propios secretos. Krogstag que determina la acción de la obra. Cristina, que quizás hace ese hogar que Nora habita pero no termina de hacer propio, sujeta, como está a lo que dictan las normas de esa sociedad. Una obra que sigue de actualidad, que disfrutarás y no te dejará indiferente.
No debes quedar ligado por nada, como tampoco quiero quedarlo yo.