Dos años después vuelvo a Rosa Regás, esta vez gracias al club
Escuela de Mandarines. La historia de la Barcelona de los 50 con los ojos de su
protagonista, una niña exiliada en Francia que tiene que volver a la tierra de
su familia cuando sus padres mueren en un accidente.
Esta niña, y su viola, llegan a
Barcelona, a casa de tía Inés, una Barcelona tan distinta a aquella Tolousse
que ha tenido que dejar atrás. Una tía Inés que imaginamos al principio que
será como esa España a la que llega Arcadia. Un nuevo colegio, nuevas normas,
nuevas conversaciones, y una viola que sigue tocando y con la que sueña, junto
con dos amigos suyos, dar conciertos en público.
Arcadia irá creciendo y llega Javier,
que aparece en su vida a la que dará un nuevo giro. Una historia ilusionante,
conversaciones eternas, paseos, conciertos, intimidad, pero hay unas normas, no
solo en aquel colegio que ya acabó, también en esta ciudad, sobre todo en la
sociedad a la que pertenece Javier. Normas que ambos acatarán, aunque sea solo
a medias, normas más para ella que para él. Normas que llevan un alto precio,
tanto cumplirlas como no hacerlo.
Con guiños autobiográficos, Rosa
Regás nos llevará por la vida de su protagonista en una sociedad que no está
hecha para ella, una educación que sigue marcando la forma de ver y de entender
el mundo pero que difícilmente le permite integrarse en la sociedad de la
Barcelona de aquella época.
Pero aun así, me hubiera gustado ser como esas personas que dicen “Aquí nací, en esta ciudad o en este barrio o en este pueblo y de aquí me siento y aquí me gustaría morir”, pero nunca lo he logrado. No he echado raíces en esta tierra ni en ninguna otra.
Disfrutando de una época que
traerá recuerdos, o por haberla vivido, o por esas historias de familia,
aquellas que contaban padres y abuelos. Y esa historia tan reciente, que quizás
sigue presente aunque queremos creer que quedó atrás.
Porque, descubrí entonces, lo que hubiera cambiado y envejecido no contaba tanto como lo que habían envejecido en un instante mis recuerdos.
De la misma autora en este blog: La canción de Dorotea.