domingo, 20 de diciembre de 2020

El miedo de los niños – Antonio Muñoz Molina

Vuelve Muñoz Molina a mis lecturas gracias a un regalo de una amiga que me conoce bien. Y, sin embargo, no me ha parecido el Muñoz Molina clásico. Una historia que nos recuerda a El Camino de Delibes: época, protagonistas, entorno… Sería un buen homenaje, por otro lado, en este año Delibes.

Un cuento, un relato largo, una novela corta, la historia de dos primos, uno de ellos con una minusvalía que le impide participar en los juegos habituales, el otro, su acompañante siempre, el que enlentece su paso para aptarse al ritmo de su primo segundo, el que tiene la excusa para no ser el raro al que no le gusta jugar al fútbol. Historias de los niños de la postguerra, historias de un invierno en la sierra de Jaén, la imaginación de la infancia, la realidad de una época. La historia, real o, a menudo, imaginada, de los tísicos que necesitan la sangre de los demás, especialmente la de los niños. E historias reales que no surgen en la imaginación de un niño, historias de adultos tenebrosos, historias de aquellos que se transforman en esa realidad inimaginable. Historias que se entremezclan en una época donde la infancia se vive con mucha independencia. Donde los adultos Una época donde los niños se convierten en adultos mucho antes y, sin embargo, esa infancia sigue ahí presente, adaptándose a una realidad sobre la que poco pueden influir. Aprendiendo a sobrevivir, aprendiendo a vivir con los reveses de la vida. Imaginando otra realidad.

Y sin olvidar las ilustraciones, en esta edición, de María Rosa Aránega que nos llevan perfectamente a esos años en la calle de la Fuente de las Risas.

De Antonio Muñoz Molina en este blog.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Kinshu. Tapiz de otoño – Teru Miyamoto


El club de lectura Te leeré miércoles nos trae las cartas que intercambian Aki y Yasuaki tras un encuentro casual 10 años después de separarse. Son cartas extensas, muy extensas, que llevan a los protagonistas a curar sus heridas. Teru Miyamoto nos recuerda aquí el efecto del género epistolar en las relaciones humanas. Una separación precipitada tras un grave accidente deja muchas incertidumbres en la vida de cada uno. Esta segunda oportunidad permite profundizar en los sentimientos, reflexionar sobre los hechos, ver con los ojos del otro lo que pasó, conocer al otro.

Me da la impresión de que hay otras cosas sobre las que quería hablarte; es como si no fuera esto lo que intentaba escribirte.

Cartas que se van sucediendo, desde lo más dramático del pasado hasta las decisiones que se toman en la actualidad, condicionadas en tantas ocasiones por aquel pasado. Conocer como se ha llegado hasta allí, poder hablar de aquello para lo que nunca se encontró ocasión, rescatar el vínculo que nos une a los que formaron parte de nuestra vida. Nos habla Teru Miyamoto también del tiempo, de la necesidad de dedicar tiempo al otro, cartas que reflejan el tiempo que se les dedica: “llevo tres días escribiendo esta carta…”. Un año en la vida de ambos, un tiempo que nos trae el dolor pero que permite también abrir una puerta a la esperanza.

Y no podemos olvidar la banda sonora de estas cartas: la música de Mozart donde la vida y la muerte quizás son la misma cosa.

Cuando meta esta carta en un sobre, escriba las señas y le estampe un sello, tengo pensado escuchar la Sinfonía nº 39 de Mozart por primera vez en muchos meses.