domingo, 28 de febrero de 2021

El perro de terracota – Andrea Camilleri

Nueva entrega donde Camilleri nos trae a su comisario Montalbano: El perro de terracota, el segundo de la serie. Comentaba en mi anterior reseña Una lectura condicionada por la serie de televisión, escenarios y personajes, que hace perezosa a la imaginación. Y justo lo mismo he pensado mientras leía esta segunda entrega.

Salvo Montalbano recibe una llamada de un amigo de la infancia, una llamada que lleva a una oferta inesperada. Un simulacro, un éxito que puede llevar a Montalbano a un ascenso que no desea. Una pieza de dominó que hará que muchas otras empiecen también a caer. El robo a un supermercado que se presenta como una broma. Un comisario con técnicas propias, a veces no demasiado adecuadas. Y no puedo dejar de encontrar paralelismos con otro de mis detectives favoritos Guido Brunetti. Historias a la italiana donde las relaciones personales son tan importantes, la comida, la lectura, el hablar, el visitar a los implicados, el llegar a conocer el pasado. Y así, tranquilamente, sin ayuda de la última tecnología llegamos a un desenlace a menudo inesperado. Presente y pasado que se entrelazan, nuevas historias paralelas, historias de la Segunda Guerra Mundial que siguen condicionado el presente. Desaparecidos en una época donde todo podía ocurrir. Y un interés personal, un interés personal en descubrir este acertijo que cualquier otro hubiera dado por cerrado. Un acertijo del pasado que nos recuerda que no estamos solos, que son muchos los que se ven afectados por nuestras decisiones.

De Andrea Camilleri en este blog:

El cielo robado.

La forma del agua.

domingo, 14 de febrero de 2021

La caída de los gigantes – Ken Follet

El primer libro de una famosa trilogía. Una relectura, gracias a una incondicional de Ken Follet, que vuelve a traer el horror de una guerra. Una guerra de la que hace poco tiempo hemos celebrado su primer centenario: La Gran Guerra.

A los personajes los conocemos el día que Billy cumple 13 años, el día que empezará su trabajo en la mina, igual que hizo su padre, igual que hizo su abuelo. Estamos en época de paz, conocemos como se relacionan entre sí personajes de distinta condición, ricos y pobres, conocemos sus trabajos, su vida cotidiana, conocemos sus anhelos, como evolucionan según la historia que les ha tocado vivir.

Pero pronto llega la noticia, estalla una guerra, una guerra que esperan que sea corta, que esperan que fácilmente llegue a un final satisfactorio según el punto de vista de cada uno. Follet nos lleva por los distintos escenarios, no ya el campo de batalla, que también, sino el hogar, el entorno de aquellos que participaron en esa guerra, de los que dirigieron, de los que eran la carne de cañón, de los que se quedaban en casa intentando sobrevivir, intentando aportar su grano de arena para que llegara el fin de esta guerra.

Protagonistas de Rusia, Inglaterra, Gales, Alemania, Estados Unidos (5 páginas al principio de la novela con los nombres de cada uno). Las dificultades que añade una guerra a las perspectivas de futuro, los condicionantes de ese presente que tanto cambia el pasado. Como amigos tienen que enfrentarse en bandos distintos, como se hace una revolución mientras la vida sigue llegando, como los entresijos de la política mantiene una guerra que tantas vidas cuesta.

Más de 1.000 páginas que discurren por el primer cuarto del siglo XX. Por la Europa que se formará y desmontará en tantas ocasiones, por la Europa donde tantos tienen que luchar por sus derechos civiles. Que nos llevan por la vida de Gregori y Lev Peshkov, dos hermanos rusos que separarán sus caminos, que serán protagonistas de esta época convulsa, sus acciones cambiarán el curso de la historia. Que nos llevan a Inglaterra con el conde Fitzherbert y su hermana Maud, tan poco convencional, la familia Williams, mineros de las minas del conde. Gus Dewar un estadounidense que no puede evitar implicarse en los asuntos europeos, Walter Von Ulrich, de una familia de diplomáticos alemanes.

Personajes de ficción que conviven con personajes reales protagonistas, sentimientos reales para unos personajes que bien podrían haber existido en aquella Europa donde, me sigue sorprendiendo, las relaciones internacionales sean “tan fáciles”.