Vuelvo a Auster con “Invisible”,
un encuentro causal en una fiesta condiciona la vida de Adam Walker. Distintos narradores
nos harán llegar que ocurrió en aquel 1967.
Le estreché
la mano por primera vez en la primavera de 1967. Por entonces yo era un
estudiante de segundo curso en Columbia, un muchacho sin formar con ansia de
libros y la creencia (o ilusión) de que algún día tendría las suficientes
cualidades para considerarme poeta, y como leía poemas, ya conocía a su tocayo
del infierno de Dante, un muerto que iba arrastrando los pies por los últimos
versos del canto veintiocho del Inferno,
Bertran de Born, el poeta provenzal del siglo XII, que llevaba cogida
del pelo su cabeza cortada, haciéndola oscilar de un lado a otro como un farol:
sin duda una de las imágenes más grotescas de ese extenso catálogo de
alucinaciones y tormentos.
Así comienza esta
novela dividida en 4 partes, la primera donde vamos a conocer a los principales
protagonistas de esa primavera en Columbia, esa fiesta donde Adam conoce a Rudolf
Born y a Margot, la novia de este. Y rápidamente nos encontramos ante un joven
delante de una oportunidad inesperada, la de gestionar su propia revista
literaria. Días de llevar a hechos concretos una idea de un estudiante
universitario, y una cena, una cena para cerrar un trato, un trato que se ve
frustrado por Cedric Williams, un atraco que sale mal.
Y Auster nos hace
viajar en el tiempo 40 años adelante, a 2007, y es un amigo de juventud de Adam
el que nos permite conocer lo que sucedió después, él que recibió una carta y
un paquete con un manuscrito donde contaba su historia con Rudolf Born tras
aquel ataque frustrado de 1967. Adam viaja a París y allí vuelve a encontrarse con
Margot, también con Born, pero antes relata los dos meses de verano en
Columbia, compartiendo piso con su hermana, una relación muy estrecha desde que
un hermano falleció siendo niño. La historia que cada uno llevamos con nosotros.
VERANO.
La primavera da paso al verano. Para ti es el verano siguiente a la primavera
de Rudolf Born, pero para el resto del mundo es el de la guerra de los Seis
Días, el de los disturbios raciales en más de un centenar de ciudades
norteamericanas, el Verano del Amor.
La tercera parte es
la del Otoño, la parte del manuscrito que el amigo de Walker recibe tras la
muerte de éste, es Rebeca, su hijastra, la que le da unas pinceladas de su
vida, de estos 40 años, pero los detalles de aquel otoño los tenemos en el manuscrito,
un otoño en París, donde Adam encuentra de nuevo a Margot, la pareja de Born en
aquella primavera de Columbia. Y, como no podía ser de otra forma, vuelve a coincidir
con Born, que piensa contraer matrimonio con Hélène. Adam no encuentra otra
forma de poner las cosas en su sitio que contar a Hélène toda la verdad, su
verdad, la de un testigo presencial de aquella noche de la primavera de 1967.
El final, la cuarta
parte de la historia, queda inconclusa por la muerte de Adam, pero su amigo,
editor de éxito, consigue localizar a Cécile, la hija adolescente de Hélène, la
joven que se enamoró de Adam y que, ahora 40 años después puede llegar a saber
que pasó en aquel otoño en París, el otoño anterior a la primavera del 68. Y
nosotros leeremos su diario.
Porque si intentara contarle lo que pasó, no creo que pudiera
explicarle la extraña e inquietante experiencia que supuso para mí.
Me está tomando el pelo, ¿verdad?
Sólo un poco. Para utilizar sus propias palabras, no puedo
contarle nada, pero puede leerlo si quiere.
Un Auster clásico con
historias que juegan consigo mismas en el tiempo y el espacio, ficción y
realidad dentro de una historia que se desencadena en tiempos cortos pero que
se necesita una vida para conocerla.
Otros libros del autor en el
blog:
Brooklyn
Follies
El
Cuaderno Rojo
Tombuctú
Un
hombre en la oscuridad