jueves, 29 de septiembre de 2022

Matar un ruiseñor – Harper Lee

Te leeré miércoles nos ha deleitado este verano con un clásico, esta novela con un protagonista referente como profesional y como padre. Son muchos los aspectos que trata, uno de los más conocidos, en parte gracias a la gran película del mismo nombre protagonizada por Gregory Perck, es el de las diferencias raciales de la América de los años 30. La novela está contada por Scout Finch desde el recuerdo, ella es adulta ahora, pero nos narra aquellos tres años del EE.UU. de la Gran Depresión. Nos recuerda, sobre todo, aquellos veranos de su niñez junto a su hermano Jem y a Dill, el vecino que viene a pasar los veranos a Maycomb, Alabama, con su tía y cuya imaginación es infinita.

Cuando se acercaba a los trece años, mi hermano Jem sufrió una grave fractura del brazo a la altura del codo. […] Yo sostengo que Ewell fua la causa primera de todo ello, pero Jem, cuatro años mayor que yo, decía que aquello había empezado mucho antes, durante el verano que Dill vino a vernos, cuando él nos hizo concebir por primera vez la idea de hacer salir a Boo Radley.

La primera parte nos retrata muy bien las tradiciones, los órganos de poder, las distintas clases sociales, las diferencias entre blancos y negros, las diferencias entre hombres y mujeres, todo ello visto desde la mirada de una niña a la que le falta su madre y que tiene un padre diferente a la mayoría, un padre con el que puede hablar y que no la obliga a comportarse como una “niña”.

Uno no entiende a los demás hasta que no considera las cosas desde su punto de vista; hasta que no se mete bajo su piel y camina con ella por la vida.

Una niña que juega con su hermano Jem, que juega con Dill, que habla con los vecinos, una niña que empieza el colegio, que vive en un pequeño pueblo del interior de Alabama, que pregunta cuando no entiende algo, una niña que pocas veces es capaz de quedarse callada, que saluda con respeto a los demás, niños y mayores, que defiende lo que cree que es justo.

Te digan lo que te digan, no permitas que te hagan perder los nervios. Procura luchar con el cerebro, para variar…

Y, también durante aquel tiempo, Atticus Finch sigue realizando su trabajo de abogado, el de abogado defensor incluido, aunque el caso que aquí nos presentan no es como los demás, defiende a quien el pueblo de Maycomb ya ha dado por culpable. ¿Cómo puede un negro contradecir la versión que un blanco da de los hechos que ocurrieron? Es una imagen que quizás hoy nos sorprenda, es una imagen que quizás hoy no es tan sorprendente. Y, sigue siendo Scoutt la que nos contará el juicio y los hechos que durante aquel tiempo ocurrieron es este pueblo de Alabama. Será con Scoutt con la que…

El libro que debes leer no es el que piensa por ti, sino el que te hace pensar.

…podremos pensar.

domingo, 11 de septiembre de 2022

La lluvia inglesa – Ana Muela Pareja


XL Premio de Novela Felipe Trigo que llegó a mi como regalo de cumpleaños. Leona recibe una llamada de Cambridge: su padre ha sufrido un ictus y esperan que fallezca inmediatamente. Leona, cuya vida no pasa por su mejor momento, viaja al extranjero con la idea de hacer difícil los últimos momentos de la vida de su padre. La venganza por el sufrimiento que su padre, al que no ha visto en los últimos 18 años, le produjo durante su infancia, por el sufrimiento que todavía le produce cada día a pesar de tantos años de distancia.

Pronto las visitas al hospital se convierten en una rutina, tiene que lidiar con la ambivalencia de mostrarse feliz con las mejoras de su padre frente a lo que realmente siente que es el deseo de que se muera. Su vida transcurre entre la casa, la que se dedica a limpiar y ordenar con la intención de venderla mejor, con intención de hacer desaparecer lo que queda de su padre y la habitación de hospital donde probablemente moriría su padre. No conoce a nadie en este país extraño para ella, es el médico que atiende a su padre y otro personal del hospital, los que la orientan y ayudan con trámites y gestiones necesarias. Y, a su padre le dan el alta, y van a casa, esa casa que no han compartido. Allí, además de John, el médico que atiende a su padre, y que la apoya incondicionalmente, tiene la ayuda de una enfermera todas las mañanas, una enfermera con la que llega a hacer amistad, pero un tiempo después le cambian el turno. Mientras sigue organizando la casa, esa moqueta a la que no estamos acostumbrados, con visitas frecuentes a la ferretería, pintura y herramientas, consejos y conversaciones con el ferretero que se convierte en algo más que un extraño en un país extraño. Y van pasando los días, y Leona se adapta a esta vida en Cambridge donde el sol apenas los visita, donde alguien que no tiene una bicicleta, alguien que ni siquiera sabe montar, es más extranjero todavía, pero el padre de Leona se ha hecho un hueco en aquel país húmedo y poco a poco ella va conociendo como han transcurrido estos 18 años desde la trágica muerte de Mateo. Y, ¿se puede cambiar la forma de pensar sobre alguien? Una novela con un tiempo lento, como el que precisa la historia que cuenta. Y, sin embargo, ágil, rápida: Leona Anaya nos cuenta en primera persona y siempre en presente lo que hace, lo que piensa. Un enfoque distinto al que podemos esperar, al que es políticamente correcto. Un enfoque que permite dar una oportunidad para conocer la historia de cada uno, que permite evolucionar a los personajes.