¿Una autobiografía? Quizás si, contada de
forma diferente, historias de una vida, historias relacionadas con el oficio de
escritor, historias contadas de esa forma que permite un café en un lugar
tranquilo y sin prisas.
Y pensé: si tú supieras la cantidad de vidas distintas que puede haber en una sola vida…
La imaginación, la loca de la casa, como protagonista de los recuerdos, aquellos
que forman parte del presente, aquellos que quizás no formaron parte del pasado
Un pensamiento independiente es un lugar solitario y ventoso.
Y la escritura, siempre
presente, aquello que pasa por la cabeza de un escritor en los distintos
momentos de un libro, de cuando solo es un proyecto, de cuando ya es una
realidad, de un primer libro, de aquel libro mejor que los demás y de aquel que
será uno más, de premios, de géneros literarios. Y también de periodismo, de
las diferentes formas de escribir.
Con todo, sigo pensando que escribir te salva la vida.
Y si Rosa Montero está presente como
escritora y disfrutamos de su oficio, como lectora nos lleva a deleitarnos con
multitud de autores, con sus libros más famosos y con muchas anécdotas mucho
menos conocidas: Goethe, Tolstoi, Cervantes, Truman Capote, Kafka, Herman
Merville, una lista tan larga como las páginas de esta obra.
Y es que, ¿cómo puede una apañárselas para vivir sin la lectura? Dejar de escribir puede ser la locura, el caos, el sufrimiento; pero dejar de leer es la muerte instantánea.
Un libro con el que se disfruta del
oficio de escritor y con el que los apasionados del oficio de lector
encontrarán multitud de retazos para conservar.
Se escribe, pues, para aprender, para saber; y una no puede emprender ese viaje de conocimiento llevando previamente las respuestas consigo.
Y un consejo:
Y es que la muerte también es lectora, por eso aconsejo ir siempre con un libro en la mano, porque así cuando llega la muerte y ve el libro, se asoma a ver que lees, como hago yo en el colectivo, y entonces se distrae.