Una reina maga trae de nuevo a Muñoz Molina a mis lecturas, un Muñoz Molina en su más pura esencia, haciéndonos ver aquello que fácilmente pasa desapercibido en las historias que creemos cotidianas. La oportunidad de reencontrarse con un amor de juventud nos lleva a conocer a Aritstu y Adriana Zuber. Han pasado 50 años, aunque no exactamente, desde de que se separaran cuando Aristu emigró a EEUU para continuar su vida laboral. Vida ampliamente condicionada por un padre que no quiere que un país que sufre una dura posguerra limite su futuro.
El retorno a aquellas calles de Madrid donde ahora las acacias son más altas lleva a recordar. Capítulos que se inician en minúscula dan agilidad y cercanía a esa historia ahora revivida, recuerdos que tienen vida propia, nostalgia quizás por lo que pudo haber sido. La contrapartida nos la da ese amigo accidental de tantos años que al convertirse en narrador en primera persona del plural que nos permite conocer mejor a Aristu. Conocemos la vida en el Madrid de la posguerra, pero también en aquel Estados Unidos al que llega Aristu a desarrollar su carrera, esa carrera de éxitos que se mueve entre despachos internacionales. Conocemos también a su familia, esa familia americana que crea, la sensación cada vez más manifiesta de ser extranjero, incluso con sus propios hijos. Ese pasado que vuelve aquel día que un nombre aparece en una conversación: Adriana Zuber. Ese amigo accidental que se convierte en confesor de una vida que no fue.
Una novela que habla de éxito, de fracaso, de futuro, de un pasado que pudo haber sido distinto, de la vida. Una maravilla.
De Antonio Muñoz Molina en este blog.