domingo, 25 de julio de 2021

Pruebas falsas – Donna Leon

Un verano más con Donna Leon, con Guido Brunetti. El asesinato de una anciana bastante problemática, odiada por sus vecinos. Una empleada que viaja en un tren de vuelta a su país. Un caso sencillo, una resolución rápida. Sin embargo, una vecina, que ha denunciado en multitud de ocasiones a la víctima por el volumen de su televisor, introduce una duda razonable sobre la culpabilidad de la empleada. Guido Brunetti que ha vuelto de vacaciones será el que finalmente entreviste a la vecina, el que empiece a atar cabos sobre la vida de esta odiada anciana veneciana. El teniente Scarpa da el caso por cerrado.

Paola y Guido hablan sobre los siete pecados capitales, una lectura de Paola del catecismo de su hija, conversación que será crucial para la resolución del caso. Un caso donde los ordenadores empiezan a tomar protagonismo, donde el euro ya está presente, esa época en la que todavía se piensa en liras. Una Venecia de los venecianos, una Venecia donde conocer la forma de ser de los venecianos ayuda a hacer mejor el trabajo. Rivalidades en la propia comisaría y como gestionarlas, como conocer a los demás permite gestionar el día a día.

Un caso de actualidad frecuente en nuestros telediarios, el poder de la información, la sombra de la prensa que nos lleva a tomar decisiones, de fondo, un virus, un virus al que ahora no damos la importancia que merece.

Y, como siempre, disfrutamos de las lecturas en la vida de la familia Brunetti, cualquier lectura nos lleva a enriquecer su día, nuestro día. Disfrutamos de la cocina de Paola y de una copa de vino en esa terraza que da a los tejados de Venecia, uno de los mayores placeres de las novelas de Donna Leon.

 

De la misma autora en este blog:

domingo, 11 de julio de 2021

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey – Mary Ann Shaffer y Annie Barrows

Una estupenda recomendación la que me hicieron “Tienes que leerlo” “Te va a gustar”, ¡Efectivamente!: Lo he disfrutado muchísimo. Al principio me recordó a 84, Charing Cross Road, pero enseguida adquirió personalidad propia. ¿Qué tienen en común? El estilo epistolar, pero no sólo, la época, pero no sólo, el amor a los libros, pero no sólo, el inicio de una amistad, una fantástica amistad. Si, una amistad con toda una comunidad gracias a una carta, una carta con la que se da a conocer el dueño de un libro a su anterior dueña. Un hecho quizás impulsivo, quizás frecuente en aquella época, que cambia la vida de Juliet, que cambia la vida de esta comunidad, la de la isla de Guernsey, una vez más. Y, sin embargo, Elizabeth la detonante de esta sociedad literaria, es la que cambia realmente la vida de todos, es la que los une, la que aunque no esté físicamente, siempre está en sus pensamientos, es la protagonista indiscutible y, es Kit, su hija, la que recibirá el cariño de todos ellos.


Una historia, la de una isla situada en el canal que divide Gran Bretaña y Francia, que nos llega gracias a las cartas que se envían los distintos personajes, cartas que nos dan la oportunidad de conocer a cada uno, cartas que hablan de presente, pero que también hablan de pasado, cartas que hablan de futuro. Un futuro que llega tras el final de una guerra, un futuro que hay que construir, un futuro que tendrá muchas ausencias, pero también tendrá muchos sueños por cumplir, muchos nuevos sueños. Y de fondo el mundo editorial de finales de los 40.

Charles Lamb es el autor detonante de la correspondencia, sin embargo, son otros muchos los autores clásicos que viajan por las páginas de este intercambio epistolar que tantas alegrías da. Lo mejor será que leáis vosotros mismos la correspondencia de Juliet. Qué conozcáis este club de lectura tan particular.

Ninguno de nosotros tenía experiencia con clubs de lectura, así que pusimos nuestras propias normas. Nos turnamos para hablar de los libros que habíamos leído. Al principio, intentamos estar tranquilos siendo objetivos, pero esto pronto se acabó, y el propósito de los que hablaban fue incitar a los demás a que leyeran el libro. Cuando dos miembros habían leído el mismo libro, podían debatir, cosa que nos encantaba. Leíamos libros, hablábamos de libros, discutíamos sobre libros, y nos fuimos cogiendo cariño unos a otros.