Un verano más con Donna Leon, con Guido Brunetti. El asesinato de una anciana bastante problemática, odiada por sus vecinos. Una empleada que viaja en un tren de vuelta a su país. Un caso sencillo, una resolución rápida. Sin embargo, una vecina, que ha denunciado en multitud de ocasiones a la víctima por el volumen de su televisor, introduce una duda razonable sobre la culpabilidad de la empleada. Guido Brunetti que ha vuelto de vacaciones será el que finalmente entreviste a la vecina, el que empiece a atar cabos sobre la vida de esta odiada anciana veneciana. El teniente Scarpa da el caso por cerrado.
Paola y Guido hablan sobre los siete pecados capitales, una lectura de Paola del catecismo de su hija, conversación que será crucial para la resolución del caso. Un caso donde los ordenadores empiezan a tomar protagonismo, donde el euro ya está presente, esa época en la que todavía se piensa en liras. Una Venecia de los venecianos, una Venecia donde conocer la forma de ser de los venecianos ayuda a hacer mejor el trabajo. Rivalidades en la propia comisaría y como gestionarlas, como conocer a los demás permite gestionar el día a día.
Un caso de actualidad frecuente en nuestros telediarios, el poder de la información, la sombra de la prensa que nos lleva a tomar decisiones, de fondo, un virus, un virus al que ahora no damos la importancia que merece.
Y, como siempre, disfrutamos de las lecturas en la vida de la familia Brunetti, cualquier lectura nos lleva a enriquecer su día, nuestro día. Disfrutamos de la cocina de Paola y de una copa de vino en esa terraza que da a los tejados de Venecia, uno de los mayores placeres de las novelas de Donna Leon.
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