Una nueva lectura que hemos disfrutado en el Club de lectura Escuela de Mandarines: El dibujo de los días de Alicia Noland,
una obra que hemos conocido en profundidad gracias a la visita de la propia
autora con la que hemos podido compartir nuestras impresiones y conocer como
surgen estos relatos y lo que nos quieren contar.
Una primera impresión de
oscuridad, que se iluminó tras compartir impresiones. Relatos muy personales
con los que coincido más de lo que imaginaba. ¡Cómo retrata historias que se
descubren compartidas! Una forma diferente de ver la misma realidad que conocemos
todos.
El amor a los libros entrelazado
en una separación.
...Y otro día me pasaré a recoger los libros, que también son míos: la mitad exactamente. Me levanté como un resorte, tan deprisa que la sangre no tuvo tiempo de llegarme a la cabeza. La habitación se oscureció, y caminando como en una pesadilla logré llegar hasta el recibidor, en mi cabeza gritaba mi voz, Nooo, los libros no, mis libros nooo….Lunes o martes, Alicia Noland
La importancia de la búsqueda,
la de la dueña de un zapato de cristal, que a mi me recordó a la Ítaca de Cavafis
Una coma, una tilde, el uso del
lenguaje, la importancia de lo que decimos y como lo decimos.
El Hacedor leía el libro donde todo está escrito: "Los hombres que no soñaban dejaron de caminar...". Sintió cansancio, aquella historia... los hombres, le hastiaban. Sonrió pensando que con solo dos comas aquella historia y su cansancio terminarían. Encantado con aquel terminarse de los hombres y de su hastío, tan sutil, colocó cada coma en su lugar, y releyó la frase: "Los hombres, que no soñaban, dejaron de caminar".Sutil Hacedor, Alicia Noland
Relatos que recuerdan a aquellos
que tan bien sabían contar historias, a nuestros mayores.
Me quedé ciego un lunes por la tarde después de comer. Era algo irremediable y no iba a dejar de serlo porque durmiese la siesta. Y eso hice, me acosté. Me despertó mi mujer, no le dije que me había quedado ciego: nunca hemos tenido mucha comunicación. Fingí que no pasaba nada, que como siempre no pasaba nada y me dejé llevar por la rutina de una tarde en casa frente al televisor, de una noche en casa frente al televisor. Repetí la rutina de gestos en el baño antes de acostarme. Puse, por rutina, el despertador a las siete. Al día siguiente llegué al trabajo puntual, como de costumbre. Llevo quince años siendo ciego por rutina.Ceguera, Alicia Noland