sábado, 26 de marzo de 2016

El dibujo de los días – Alicia Noland



Una nueva lectura que hemos disfrutado en el Club de lectura Escuela de Mandarines: El dibujo de los días de Alicia Noland, una obra que hemos conocido en profundidad gracias a la visita de la propia autora con la que hemos podido compartir nuestras impresiones y conocer como surgen estos relatos y lo que nos quieren contar.
Una primera impresión de oscuridad, que se iluminó tras compartir impresiones. Relatos muy personales con los que coincido más de lo que imaginaba. ¡Cómo retrata historias que se descubren compartidas! Una forma diferente de ver la misma realidad que conocemos todos.
El amor a los libros entrelazado en una separación.

...Y otro día me pasaré a recoger los libros, que también son míos: la mitad exactamente. Me levanté como un resorte, tan deprisa que la sangre no tuvo tiempo de llegarme a la cabeza. La habitación se oscureció, y caminando como en una pesadilla logré llegar hasta el recibidor, en mi cabeza gritaba mi voz, Nooo, los libros no, mis libros nooo….
Lunes o martes, Alicia Noland



La importancia de la búsqueda, la de la dueña de un zapato de cristal, que a mi me recordó a la Ítaca de Cavafis
Una coma, una tilde, el uso del lenguaje, la importancia de lo que decimos y como lo decimos.

El Hacedor leía el libro donde todo está escrito: "Los hombres que no soñaban dejaron de caminar...". Sintió cansancio, aquella historia... los hombres, le hastiaban. Sonrió pensando que con solo dos comas aquella historia y su cansancio terminarían. Encantado con aquel terminarse de los hombres y de su hastío, tan sutil, colocó cada coma en su lugar, y releyó la frase: "Los hombres, que no soñaban, dejaron de caminar".
Sutil Hacedor, Alicia Noland

Relatos que recuerdan a aquellos que tan bien sabían contar historias, a nuestros mayores.

Me quedé ciego un lunes por la tarde después de comer. Era algo irremediable y no iba a dejar de serlo porque durmiese la siesta. Y eso hice, me acosté. Me despertó mi mujer, no le dije que me había quedado ciego: nunca hemos tenido mucha comunicación. Fingí que no pasaba nada, que como siempre no pasaba nada y me dejé llevar por la rutina de una tarde en casa frente al televisor, de una noche en casa frente al televisor. Repetí la rutina de gestos en el baño antes de acostarme. Puse, por rutina, el despertador a las siete. Al día siguiente llegué al trabajo puntual, como de costumbre. Llevo quince años siendo ciego por rutina.
Ceguera, Alicia Noland

sábado, 12 de marzo de 2016

Para Isabel Un mandala – Antonio Tabucchi



Retomo a Tabucchi con un libro publicado póstumamente. Autor que en numerosas ocasiones me ha llamado desde las estanterías de la biblioteca, pero que no siempre ha acabado entre mis lecturas.
En este caso, empezar a leer y no poder dejarlo fue todo uno, no sé que me atrajo más, la historia posiblemente no, aunque si pudo ser la intriga que transmitía, las ganas de saber que había sido de Isabel. Posiblemente fue la propia escritura la que me hizo disfrutar tanto de esta historia.
Un mandala, instrumento de meditación budista entre otros, representado por figuras geométicas concéntricas. Tabucchi crea un mandala buscando a Isabel, círculos que nos hacen conocer su historia desde lo más real a lo más espiritual, desde aquellos que la conocieron a aquellos que tienen una espiritualidad más desarrollada. Cada vez más cerca de su propio espíritu.
Conocemos también una pequeña parte de la historia de nuestro país vecino a través de lo que nos cuentan los personajes que conocieron a Isabel ¿qué fue de ella? Círculos concéntricos que nos llevan a ¿una obsesión?
No suelo leer las sinopsis hasta que he finalizado la lectura, en este caso ha sido un buen complemento de la misma para entender mejor como se gestó esta historia, también para conocer al autor. Llamar sinopsis a lo que nos comenta Anagrama sobre el libro quizás no sea lo más adecuado: va mucho más allá. Copio aquí algunos fragmentos:
Pero encontrar a Isabel no será fácil y el narrador deberá recorrer los distintos círculos de un mandala para llegar al centro donde acaso ella le aguarde, y emprender un viaje, que mucho tiene de alucinación y ensueño, por el tiempo y el espacio, conversando con los personajes que la conocieron…

…y, como la línea del horizonte, se aleja a medida que avanza la excéntrica investigación de ese Philip Marlowe metafísico en el que va convirtiéndose Tadeus.

Escrito en 1996, pero concebido mucho antes y mencionado varias veces después, este libro acompañó a Tabucchi durante muchos años. Un crítico italiano ha sugerido que si no se decidió a publicarlo en su momento fue porque llegó a sumergirse en su escritura más que en ninguno de sus libros.