Empezamos nueva temporada del club de lectura “Escuela de
Mandarines”, en esta ocasión un libro sorprendente. Al echarle un vistazo
inicial choca mucho el formato, no es la típica novela donde se suceden los
párrafos y capítulos y la historia espera escondida entre ellos. En este caso
tenemos también correos electrónicos intercalados, páginas de diálogos como si
fuera un libro de teatro, también esos párrafos que nos esconden un mundo por
descubrir, y fechas, fechas que nos llevan a un pasado reciente y a un futuro
desconocido.
Una novela, o quizás no, que te
desconcierta, primeros capítulos que te hablan de países y culturas lejanas que
de pronto te llevan a el eterno deseo del ser humano, tratado en tantas
ocasiones y de tantas formas que pensábamos que no se podría ser original, sin
embargo, Manuel Moyano consigue que El
Imperio de Yegorov nos atrape en la eterna búsqueda de la juventud, que
tras una novela aparentemente trivial e incluso divertida, encierre una descripción
tan profunda de la sociedad y a la vez nos plantee tantos problemas que siempre
han estado presentes y posiblemente sigan estándolo eternamente… aún sin estar inoculados.
Un autor que no conocía y del que espero
leer más libros. Finalista, con esta obra, del Premio Herralde de Novela 2014.
Sorprende por su
original estructura. Se articula sobre una serie de documentos que va
desmarañando toda la trama: diarios, cartas, informes policiales,
interrogatorios, grabaciones, correos electrónicos, comentarios de blogs,
testamentos, noticias e incluso el prospecto de un fármaco… Cada elemento es
relevante, calibrado y medido, al igual que sucede en los mejores cuentos de
Moyano, género que cultiva con enorme maestría… En sus páginas, cargadas de
ironía, hay una crítica mordaz de nuestra sociedad en la que la apariencia
física está sobrevalorada y se elogia excesivamente la juventud. Una lectura
deliciosa, cargada de sorpresas, que nos hace disfrutar como sólo lo consigue
la buena literatura (Ricardo Reques, Córdoba).