domingo, 12 de octubre de 2025

Los días perfectos – Jacobo Bergarache

 

Vuelvo a las lecturas del club Escuela de Mandarines. Una novela o una larga carta que leo como una novela. La historia de una aventura, la del protagonista, la de un periodista en un congreso de la profesión en EEUU. Una aventura que duraba ya dos años, una aventura que quizás termine en este tercer congreso al que asiste Luis. La historia de cómo se conocieron, de como han disfrutado de 7 días perfectos, ¿sólo 7 días? ¿O han sido 2 años perfectos? La frescura de una corta relación. Los inicios y la vida hogareña de su protagonista. La carta que Luis escribe a Camila tiene también otros protagonistas: las cartas que Faulkner escribía a Meta, su amante, que se encuentran en el Harry Ransom Center de Austin. Disfrutamos de imágenes de esas cartas en este libro, cartas que sirven de hilo conductor para que Luis hable a Camila de la historia que han vivido, que viven juntos, esa historia de la que han disfrutado de días perfectos como se adivinan algunos de los de Faulkner con Meta. Una carta escrita con detalle, con tiempo, esos detalles que no caben en una conversación, una carta que sirve para recuperar el beneficio de la escritura sin prisa, sin esa recompensa de la llegada inmediata del mensaje, sin esperar una respuesta en ocasiones, con el beneficio de conversar en la distancia con la persona a la que va dirigida la misiva, ese mensaje que llegará en unos días o que quizás nunca llegue, esto ya es secundario, el beneficio de dejar salir el dolor. Esa carta que nos transmite los sentimientos de su protagonista hacia esta relación inesperada o buscada en estos momentos de su madurez.

Y esa segunda carta, la que escribe a Paula, la que también habla de una relación de pareja, la de un matrimonio de 17 años de historia, de una relación que ya no es como era, que ha perdido la ilusión, habla de tres hijos, pero no quiere que sea esto último lo que defina la relación que tienen ellos dos. Una carta serena que llega tras haber reflexionado sobre el momento vital de sus protagonistas.

Puedo decir que por fin ya he entendido qué es la nada y qué es la pena cuando tu amigo Bill proclama eso de que “entre la nada y la pena, elijo la pena”. Creo que tú y yo estamos ya tan cerca de la nada, que apenas sentiríamos pena de perdernos el uno al otro.

Una delicia de lectura que Jacobo Bergareche nos trae en estilo epistolar, un género que tanto bien hace, que tanto nos muestra de aquellos que fuimos, de aquellos que ya no están. Sin olvidar el espacio reservado para la imaginación.


2 comentarios:

  1. Siempre que oigo sobre un libro en estilo epistolar me acuerdo del _84, Charing Cross Road_, me encantó ese libro. Sobre tu reseña, otro para mi larga lista de pendientes. Gracias, Ana. Un abrazo.

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    1. 84, Charing Cross Road uno de mis favoritos. https://algo-cuentame.blogspot.com/2015/03/84-charing-cross-road-helene-hanff.html
      En este olvidas a veces que estás leyendo una carta, quizás puede confundirse con la autoficción, sin embargo, está claro que hay una segunda persona a la que se dirige siempre. Un abrazo para tí también, María Jesús.

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