Una foto donde podemos ver media cara de un lobo, el título del libro que también coincide con “lobo”: “Lobisón”, una palabra que yo no conocía. La RAE nos da una definición sencilla: hombre lobo. Y estas son las pistas iniciales para la primera novela de un autor cuya vida tiene infinitas caras.
La novela nos habla de una familia y, a pesar de las características particulares de esta, nos habla de todas las familias. Las relaciones entre hermanos, sobre todo cuando alguien de la familia es especial y necesita cuidados especiales, como esta responsabilidad condiciona a algún miembro de la familia, cuando no a todos.
No he sido capaz de identificar la época en la que está ambientada la historia, diría que este siglo XXI, pero también podría ser finales del anterior. Cuando oigo “hombre lobo” no puedo evitar pensar en la noche y en transformación. Esta novela tiene como protagonista a Adrián, un niño, un adolescente quizás, que nos cuenta la historia de su familia, un niño que curiosamente no puede hablar ahora, pero que si nos habla a nosotros, de esa forma como se cuentan las historias de forma oral, los tiempos verbales en pasado, frases como “y él decía” “y yo le decía” y sobre todo “y entonces”, de haber tenido el libro en formato electrónico hubiera sido curioso contar cuantas veces aparece la palabra “entonces”.
Adrián, el séptimo hijo de un séptimo hijo. Una herencia que se transmite a los séptimos hijos, la de ser “Lobisón” y así sucede aquí, o al menos eso se transmite a lo largo de la historia que nos cuenta Adrián, más que una historia, nos cuenta el día a día de él y Zenón, su hermano que se ha hecho responsable de él. Nos habla de como ve él el mundo, de como ve a los demás, de como los humanos, en ocasiones, nos gusta poner a prueba al diferente, de como en esta prueba, a menudo el que pone a prueba sale perdiendo, sobre todo cuando es una cuestión de fuerza. En de Ratones y Hombres de Steinbeck tenemos otro ejemplo.
Una historia curiosa, no es la típica de hombres lobo, es un día a día de alguien que vive al día, de la historia familiar, de esa forma que se cuenta poco a poco, conforme algo del hoy nos trae un recuerdo del pasado.
También encontramos partes de la novela donde es Zacarías Zárate, el padre de Adrián, el que nos habla, mejor dicho, el que escribe a su hijo Celestino y así podemos completar la historia con otro punto de vista.
Una novela curiosa, por la historia y por la forma de contarla. Una novela curiosa donde, de fondo, también se habla de esquizofrenia y se habla de autismo. Donde se habla de la educación que recibe cada uno según ideas preconcebidas.
Adrián, me decía el Zenón, ven, que te lea tus tebeos. Y entonces yo se los llevaba y él me los contaba mucho rato hasta que venían los coches con los muchachos y que el Zenón se levantaba y se ponía a hacer negocios con ellos. Y eso pasaba muchas veces y el Zenón siempre se reía.
Inteesante historia la que hoy nos traes, Ana. El tema del hombre lobo no sé por qué me lleva siempre a Galicia y siempre -como n¡bien dices en tu reseña- me imagino una transformación, una mutación.
ResponderEliminarEl hecho de que sea el número siete sobre el que recaiga la metamorfosis no deja de ser llamativo y meternos de lleno en la magia y el simbolismo. El número siete siempre ha sido importante (séptimo sello, siete bienaventuranzas, siete pecados capitales, siete círculos del infierno de Dante, etc.).
Tomo nota.
Un beso
Un libro curioso nos trae alternativas a mitos de la literatura, como el del hombre lobo. Lo distinto, ¡qué mal lo gestionamos! Lo diferente, la enfermedad, la enfermedad mental, para cuantas páginas puede llegar a dar en la ficción, pocas soluciones en la vida real. Una novela bien curiosa, no te sabría decir si la recomendaría. Esta próxima semana tengo club de lectura y seguro que allí aparecen muchos aspectos de los que yo no he sido consciente. Un abrazo Juan Carlos.
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