Allí estaba mi futura residencia: una extensión que de punta a punta a duras penas alcanzaba el kilómetro y medio, en forma de letra ele.
La historia nos tendrá continuamente en tensión, una primera noche en la isla que nos lleva a un final aparentemente anunciado que no termina de llegar.
Y, sin embargo, una novela donde la formación del autor, la antropología, no puede evitar estar presente. Una novela que nos habla de la naturaleza humana, de como respondemos en momentos de peligro extremo, de como nos adaptamos a las condiciones más adversas, de cómo aquello que queremos evitar, un día llega a ser lo deseado. Y así la vida de los dos protagonistas discurre, en un entorno donde el paso del tiempo apenas se mide por el ciclo día-noche, donde solo hay presente, el futuro no llega más allá de la siguiente noche a la que hay que sobrevivir, donde una vida de tensión no deja hueco a la esperanza, una esperanza que a menudo no se materializa en esperar una vida distinta. Y qué distinto el comportamiento de cada uno de los protagonistas ¿el carácter? ¿un pasado? ¿el tiempo? De cómo nos relacionamos con el diferente, incluso con el aparentemente igual.
Siempre nos pasaba lo mismo. En apariencia manteníamos un diálogo, pero en realidad eran monólogos cruzados.
Y, por otro lado, una lección de zoología. Seres que llegan a esta isla perdida en el océano de los que poco llegarán a conocer los protagonistas, simplemente su comportamiento más superficial, de eso nos habla también esta novela de lo que conocemos de los demás, de aquello que aparentemente nos hace ser, de aquello que quizás apenas nos identifica.
Todos los ojos miran, pocos observan, muy pocos ven.
Una historia apenas esbozada que deja al lector la capacidad de interpretar mil y una razones para comprender el comportamiento humano, la evolución, la lucha por un territorio, el instinto de supervivencia, el deseo de conocer…
Pero, aunque los hombres tenemos tendencia a echar la culpa de nuestras penas a las grandes hecatombes – eso realza nuestra importancia como individuos -, la verdad casi siempre se escribe en minúsculas.
Me gustó regular. El comienzo casi diría que espectacular, pero a medida que avanzaba el libro iba perdiendo interés por la historia y le veía las costuras. No obstante, es absolutamente original en el panorama de la literatura española.
ResponderEliminarDe acuerdo totalmente contigo, Atticus. La historia muy curiosa y da para alguna que otra conversación con fondo antropológico quizás. Mientras leía tenía más de una duda que pensaba se resolvería al final, alguna lo hizo, pero muchas siguen sin resolverse. Llegó a engancharme pero no puedo decir que sea un libro que vaya a recomendar. Un abrazo.
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