Stefan Zweig vuelve a mis
lecturas. Esta vez nos cuenta una historia desde la perspectiva de un niño. Un
niño que se convierte en protagonista, los sentimientos de ese niño que
descubre el mundo de los adultos.
Unas vacaciones en un hotel en
temporada baja. Un barón que busca algo que hacer en esas vacaciones que no
llegan en el mejor momento para disfrutarlas. Una madre y un hijo que pasan
allí también unos días, un hijo de salud débil.
Un niño que encuentra en el barón
a un amigo.
Edgar yacía en la oscuridad, feliz, desconcertado, quería reír y no podía evitar el llanto, porque amaba a aquel hombre como nunca había querido a un amigo, ni a su padre ni a su madre, ni siquiera a Dios. Toda la pasión inmadura de sus pocos años estrechaba la imagen de aquel hombre, cuyo nombre hacía apenas unas horas que conocía.
Un hombre que encuentra en el
niño la forma de llegar a la madre.
Una mujer tiene entonces que decidir entre vivir su propio destino o el de sus hijos, entre comportarse como una mujer o como una madre. Y el barón, perspicaz en esas cuestiones, creyó notar en ella aquella peligrosa vacilación entre la pasión de vivir y el sacrificio.
Y una relación vista desde los
ojos de ese niño que pasa de ser el centro de atención a simplemente un estorbo.
Esta es la historia de fondo pero lo realmente interesante es como Stefan Zweig
nos cuenta los sentimientos de ese niño durante esos días de vacaciones que van
a transformar su forma de ver el mundo, como Stefan Zweig nos cuenta las dudas,
los malentendidos de esa edad en la que la infancia está quedando atrás, la
indefensión de ese niño ante problemas nuevos. Como un niño puede comportarse
como un adulto si es necesario, ¿y qué significa comportarse como un adulto?
Nada agudiza tanto el ingenio como una apasionada sospecha, nada desarrolla más todas las posibilidades de un intelecto inmaduro como una pista que conduce hasta la oscuridad.
Estoy terminando un libro de I. Kadaré. No tengo ninguno en cola, de modo que, como tengo que ir a la biblioteca, buscaré ese texto de Zweig, autor que me encanta. Ése está entre los que aún no he leído. Pronto.
ResponderEliminarEl final de la estantería de la biblioteca es siempre un valor seguro. Espero que te guste, a mi me ha ayudado en una etapa complicada. Un abrazo.
EliminarDios mío de mi vida: ¡Zweig!, el último de la fila que debería ser el primero. No he leído este libro, pero lo haré en cuanto pueda.
ResponderEliminarCierto, debería ser el primero. El orden alfabético tiene sus paradojas. Espero que te guste, para mi ha sido una lectura estupenda.
EliminarSaludos.
Como sabes, lo he leído hace un tiempo. Quizás no sea de lo mejor de sus novelas, pero sin duda está entre lo más granado del volumen titulado 'Novelas'. Hay un sesgo freudiano que sobrevuela toda la narración.
ResponderEliminarUn gran trabajo de Zweig, sin duda.
Un abrazo, Ana.
Volumen fantástico ese que comentas. Lo descubrí hace un tiempo. En este caso lo he disfrutado con una de esas novelas cortas publicadas en Acantilado. Descubrimientos que siguen sorprendiendo. Un abrazo Marcelo.
EliminarSiempre disfruto con Zweig. Qué manera de contar las historias y de meternos en la cabeza de sus personajes! Esta obra me la apunto, que no la he leído.
ResponderEliminarSaludos
Si, es fantástico. Disfruto mucho con cada nueva historia. Ha pasado mucho tiempo desde que las escribió pero la naturaleza humana sigue siendo igual. No pierden actualidad. Un abrazo.
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