Otra de las lecturas del club Escuela de mandarines. Un libro sobre libros,
un libro sobre lectores, un libro sobre un trabajo relacionado con libros. Un
trabajo que a pocos de los que pasamos por aquí nos gustaría realizar: destruir
libros, todos aquellos libros que no han tenido una oportunidad, destruir
libros para fabricar nuevos libros que de nuevo pasarán por La Cosa. Y de esa destrucción Guibrando
Viñol cada día rescata unas pocas páginas, unas páginas que son las que lee en
voz alta en el tren de las 6.27, desde el estrecho trasportín a la derecha de
la puerta. Páginas elegidas por el azar que embelesan a esos viajeros que van a
su trabajo cada mañana.
Y mientras escuchamos
estas lecturas también conocemos a Guibrando Viñol, con un nombre que ha
condicionado su existencia, conocemos su vida, donde cada día tiene que bregar
con La Cosa, con esa máquina que es
capaz de destruirlo todo, destruir lo que más ama Guibrando, esas historias
impresas en millones de páginas, capaz de tragarse hasta las piernas de Giuseppe,
las piernas que tratará de recuperar ayudado por Guibrando.
Y ese pendrive que un
día encuentra, el que contiene las historias de Julie, alguien que se le parece
tanto, alguien que comparte el amor por las letras, por las letras que escribe,
que le ayudan a evadirse, unas letras como las que Guibrando nos lee, las que
ayudan a evadirse a esos viajeros del tren, a los habitantes de esa residencia
de ancianos donde también llegan estas lecturas rescatadas de las entrañas de La Cosa, a nosotros, lectores de esta
novela, entre las líneas de tantas historias que permiten las lecturas del
lector del tren de las 6.27.
Él era el lector, el que traía las hermosas palabras.
Y cómo no recordar a
Bohumil Hrabal y Una soledad demasiado
ruidosa:
Desde hace treinta y cinco años, Hanta
trabaja en una trituradora de papel destruyendo libros y reproducciones de
cuadros. En cada una de las balas de papel que prepara conviven libros,
litografías, ratoncillos aprisionados y su propio esfuerzo. Pero para él, esos
libros son mucho más que papel para prensar: son toneladas de saber que la
humanidad ha ido acumulando a lo largo de los siglos y que Hanta ha ido
adquiriendo con su trabajo. Mientras deambula por Praga, repasa su vida a la
vez que reflexiona sobre las enseñanzas de los grandes maestros: Lao Tse,
Nietzsche, Hegel o Kant.
Este libro lo tengo pendiente desde hace tiempo. Me encantan los libros que van de libros. El trabajo del protagonista es horroroso, pues no se trata de destruir sólo el objeto sino la historia que contiene, la vida que lleva dentro. Salvando las distancias, me recuerda al de Montag en “Fahrenheit 451”. Lo leeré pronto. Estupenda reseña.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Un beso.
Si, a mi me ha recordado con el mundo editorial cuando te dicen "vamos a destruir los libros que quedan", no es que tenga mucha experiencia con ello. Más como lectora y ahí tengo reciente "Una soledad demasiado ruidosa", al principio parecía una copia, luego da un giro y el argumento se aleja del libro de la historia de Bohumil Hrabal. Feliz domingo para tí también. Un abrazo.
EliminarPor ahora no entra este libro en mis planes de lectura.
ResponderEliminarSaludos
Cada libro tiene su momento. Saludos.
EliminarA mi me gustó, aunque reconozco que los lectores somos proclives a empatizar con este tipo de libros, principalmente porque nos sentimos identificados.
ResponderEliminarSí, coincido; tiene algo del libro de Hrabal.
Un abrazo, Ana.
Me ha gustado también como introduce las múltiples historias, esos retazos que abren todo un universo.
EliminarY una pega: la edición. No he podido evitra imaginarme al protagonista como el personaje que aparece de forma tan marcada en la portada del libro.
Besos.
A mi me fue gustando más según avancé en la lectura. Cada personaje podría ser protagonista de una novela. Tiene detalles que me transmitieron muchas emociones.
ResponderEliminarUn abrazo
Me pasó a mi igual, mejoró con el tiempo. Los personajes son fundamentales en historia. Personajes quizás anodinos de partida y tan interesantes, que hacen tan especial esta historia. Un abrazo.
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