Otro
autor que me descubre el club de lectura Escuela
de Mandarines, en esta ocasión un Premio Nobel al que volveré. La edad de hierro, una novela que habla
del Apartheid, una novela que habla de relaciones personales, una novela que habla
de como cada uno podemos enfrentarnos a los momentos importantes de nuestra
vida. ¿La escritura como
terapia?
¿A quién le escribo entonces? La respuesta: a ti pero no a ti. A mí. A ti en mí.
Una larga carta de
una madre desde Sudáfrica a una hija en Estados Unidos. Una madre que tiene
cáncer, del que apenas ha contado nada a esa hija que ha huido del Apartheid, a
una hija que no quiere volver, una madre que no quiere que vuelva.
-Dígaselo ahora mismo. Telefonéela a América. Dígale que la necesita aquí.-No.-Entonces no se lo diga después, cuando sea demasiado tarde. Ella no la perdonará.
El Apartheid contado
con toda su crudeza y, sin embargo, con elegancia. Contado desde la experiencia
de una mujer blanca, la señora Curren, de una mujer blanca que no lo vive como
propio. Esta madre que se queda en un país en uno de los peores momentos de su
existencia, esta madre que cuenta a su hija, que se cuenta a sí misma, lo que
está pasando en el país, lo que le está pasando a ella, como convive con el
cáncer mientras también se desmorona todo a su alrededor.
Y una novela que nos
transmite la fuerza de apostar por los demás, incluso por desconocidos, incluso
por aquellos que no nos caen bien.
No me gustaba ese chico. No me gusta. Busco en mi corazón y no encuentro un asomo de sentimientos por él. Así como hay gente hacia la que uno siente un cariño espontáneo, hay otra hacia la que uno siente frío desde el principio.
Muy llamativa la
relación con Vercuil, un vagabundo que llega a instalarse en su callejón, cómo evoluciona
y sobre todo como esta protagonista incansable nos muestra que las relaciones
personales pueden ser muy distintas a las que podríamos pensar en un primer
momento.
-No es un vagabundo -le he dicho-. Es un hombre que trabaja para mí.
Hay que invertir
esfuerzo en ellas, un esfuerzo que merece la pena.
Pronto voy a liberarte de esta soga de palabras. No hace falta que lo sientas por mí. Pero dedica un pensamiento a ese hombre que dejo atrás y que no sabe nadar, pero tampoco sabe volar.
Esfuerzo también en
aquellas relaciones que damos por inmutables, que pensamos que siempre van a
estar ahí.
Una novela que requiere de una segunda, tercera lectura, son tantas las sensaciones que transmite, que una única lectura queda corta para captar aquel momento en la vida de un país, cada momento en la vida de una persona.Voy a dejar de contestar el teléfono. No hay nadie con quien esté lista para hablar salvo contigo y con el hombre gordo de la fotografía, el hombre gordo que está en el cielo. Y creo ninguno de vosotros va a llamar.
Tu club de lectura tiene un nivel de lecturas impresionante. Es un lujo conocer autores como Coetzee de este modo, para poder comentar sus novelas que suelen tener mucha miga. No es un autor fácil, de los que entran a las primeras de cambio. Requiere su esfuerzo, pero merece la pena, porque como bien dices son muchas las sensaciones que transmite, a pesar de situarnos (no siempre) en un país aparentemente tan ajeno al nuestro. No es casualidad que le premiaran con el Nobel. Además de algunas de sus novelas (he leído cuatro, aunque "La edad de hierro" no es una de ellas), me gustó mucho su trilogía autobiográfica. Seguiré leyendo a Coetzee.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tienes toda la razón: Un lujo estar en este club. Se descubren lecturas y autores estupendos. A Coetzee lo conocía solo de nombre, pero no había leído nada de él. Me habéis comentado varios que la trilogía muy bien, ya no tengo excusa. Me llama la atención lo que comentas, no sentí para nada el país ajeno al nuestro, son muchas las diferencias, pero también hay parecidos. En este caso habla muy claramente del Apartheid, aunque creo que para mi el protagonismo se lo llevaron las relaciones personales y es fácil encontrar similitudes, bueno, quizás sea yo las que las encuentra fácilmente.
Eliminar¡Qué bien que hayas pasado por aquí! Esta mañana empecé a leer tu reseña De ratones y hombres, de John Steinbeck, aunque me interrumpieron y todavía no he podido retomarla. Pero la leeré. Saludos.
Hola Ana!! Gracias por descubrirme este título, pues lo deconocía y me llama la atención. ¡Genial reseña! Besos!!
ResponderEliminarSi, para mi también ha sido un descubrimiento. Un autor que nos cuenta una situación durísima pero siendo capaz de que veamos esa otra cara también presente en cualquier situación difícil. Un abrazo.
EliminarMirando atrás, resulta que he leído este libro en enero del 2005, por recomendación de un amigo. Por eso me sonaba el título. Recuerdo que me resultó algo denso; marcaba el problema de la señora -blanca- Curren: no tener descendientes en esa tierra y tener un 'visitante' -negro- que dormita en su jardín. El Apartheid en su máxima expresión.
ResponderEliminarDuro pero esclarecedor.
Gracias por recordármelo, Ana.
Un abrazo.
Si Marcelo, el Apartheid en su máxima expresión. O quizás no, quizás no porque hay mucho más, si que hay una protagonista blanca y protagonistas negros que reflejan aquello que ocurrió, pero también está aquí aquello por lo que el Apartheid no tiene sentido, auqello que hace que cada uno seamos únicos, aunque las circunstancias del entorno donde hemos nacido nos condicionen tanto. Un abrazo. Gracias por compartir.
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