Una amiga me propuso leer cada día un día del
diario de Ana Frank tras visitar el anexo en un viaje a Ámsterdam. Una bonita
experiencia esta lectura conjunta que nos ha llevado a compartir algo más de
dos años de la vida de Ana durante varios meses.
El diario lo leí
por primera vez de adolescente y todavía recuerdo como imaginaba ese anexo, tan
claustrofóbico para mí, en aquel entonces. Conocer el escenario real, claustrofóbico
también obviamente, y, seguramente el paso de los años, ha hecho que la lectura
haya sido algo distinta: ¡Cómo imaginar que 8 personas puedan vivir escondidas
sobre un almacén durante más de 2 años!
Ana inicia un
diario el día de su cumpleaños, una escena que se repite tanto, o se repetía,
en una adolescente. Un diario que pronto se convierte en testigo de su historia
y a la vez historia de un sinsentido. Un aspecto de aquella locura que hemos
conocido siempre gracias a Ana, aquel deseo de ser escritora, que se convierte
en realidad de forma imprevista, aunque nunca imaginó que sería así.
Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No sólo porque nunca he escrito, sino porque me da la impresión de que más tarde ni a mí ni a ninguna otra persona le interesarán las confidencias de una colegiala de trece años. Pero eso en realidad da igual, tengo ganas de escribir y mucho más aún de desahogarme y sacarme de una vez unas cuantas espinas.
Como pasar más de 2
años con miedo, en un espacio tan reducido para tantas personas, con tantas
restricciones, en una edad donde todo queda pequeño y, sin embargo, manteniendo
la esperanza en un futuro mejor, en un futuro donde poder seguir adelante con
esa vida que un día se truncó.
Montar en bicicleta, bailar, silbar, mirar el mundo, sentirme joven, saber que soy libre, eso es lo que anhelo, y sin embargo no puedo dejar que se me note, porque imagínate que todos empezáramos a lamentarnos o pusiéramos caras largas... ¿Adónde iríamos a parar?
Es fácil
reconocerse en alguna de esas páginas de este diario, esos pensamientos
adolescentes que parecen únicos. Escenario distinto, época y circunstancias
difícilmente comparables. Un testimonio de valor incalculable que Ana nos trae
y que no deberíamos olvidar. Como el día a día puede desaparecer sin apenas
darnos cuenta y convertirse en una barbaridad para tantos.
Tiene que ser una lectura bonita esta que nos permite entrar en la intimidad de una niña cuyo destino final ya sabemos de antemano
ResponderEliminarBesos
¡No me digas que no te lo has leído! Es muy bonito, da bastante que pensar cuando conoces es futuro, lo que ella piensa en ese momento y tú sabes mucho más. Es un recurso que se utiliza mucho en las novelas, aquí da bastante vértigo al ser una historia real. Y por otro lado, 13, 14, 15 años y que pasen esos días, que a esa edad parecen siglos, sin apenas poder hacer nada y aún así seguir teniendo ilusiones, la grandeza del ser humano. Un abrazo.
Eliminar¡Hola Ana!! Yo leí este libro hace unos tres añitos, después también de una viaje a Amsterdam. Me gustó mucho, aunque las historias que tratan el nazismo me producen siempre mucha tristeza. Es un buen libro, una lectura que todo el mundo debería leer
ResponderEliminarBesos
Marian, tienes razón, es una historia que todo el mundo debería conocer. Parece que es difícil que se repita, pero no sería tan difícil, los cambios se van produciendo lentamente y siempre pensamos que les tocará a los demás. Hay que conocer la historia y esta es una forma estupenda de hacerlo. Besos.
EliminarCreo que hay algunos libros que conviene leer. Si es posible a cierta edad. En cualquier caso, leer. Este es uno. No hablo de calidad literaria, sino de testimonio. Los jóvenes se identifican, y mira que han pasado años. Se ha dicho incluso que es una falsificación, puede ser. En cualquier caso, una referencia. Desde luego, mucho mejor que el aclamado niño con el pijama de rayas.
ResponderEliminarMe he enterado hace unos días de los rumores de la falsificación. Me ha dado mucha pena de que estén ahí. No sé si el diario lo escribió Ana y se salvó u otra persona después. Creo que no quita peso al testimonio que teansciende de aquella barbaridad. Desde luego, como dices tú, aporta mucho más que el niño del pijama de rayas, que creo que aprovecha en exceso la parte más sensiblera de aquella barbaridad que ojalá no se repitiera nunca. Un abrazo.
EliminarMira que se han escrito libros sobre el Holocausto... Sin embargo, este tiene algo especial. Para muchos fue el primero, tal vez por eso.
ResponderEliminarTal vez Albert, quizás porque no pretendía reflejar el holocausto, sino solo las ilusiones de una niña de 13 años. Gracias Albert por pasar y comentar. Saludos.
EliminarYo también lo leí tras visitar el anexo. Me impactó mucho la capacidad de la joven Ana Frank, su optimismo, sus ganas de aprender, de vivir. Su prosa es excelente, y sus pensamientos tienen una profundidad que me dejaron con la boca abierta. Anoté muchas frases. Recuerdo una que decía algo así como que "la pereza seduce, el trabajo satisface". Con trece años.
ResponderEliminarGracias por rescatar este libro tan necesario.
Un abrazo.
Gracias Jun Carlos por pasar y comentar. Quiero pensar que alguien de 13 años puede ser bastante maduro, creo que lo eran, creo que lo eramos también algunas generaciones más tarde. Hoy quizás ni con 40. Una famtástica lectura, difícil por conocer tanto sobre el tema. Saludos.
Eliminar