Releo esta novela corta para iniciar curso en el club de lectura Alumni. Una novela que leo ahora con un entorno social y personal muy distinto a entonces. Conociendo Venecia, habiendo vivido una pandemia, con cambios sociales en las relaciones personales, sabiendo que no encontraré acción sino un lento discurrir en sus páginas. Creemos que lo que nos ocurre a nosotros ocurre por primera vez y la literatura nos recuerda que antes ya otros pasaron por una experiencia similar.
Eran ganas de viajar, nada más; pero sentidas con una vehemencia que las potenciaba hasta el ámbito de lo pasional y alucinatorio.
Mann nos muestra en esta novela el viaje de un escritor con posibles que puede modificar sus planes según el paso de los días, un viaje realizado por medidas higiénicas, que puede seguir su trabajo a pesar de la distancia. Los problemas de equipaje, de transporte son fácilmente subsanables, incluso los problemas de información que llevan a agudizar el ingenio, pero todo es solo un trasfondo para tener en un primer plano el encantamiento de nuestro protagonista por un muchacho polaco que pasa sus vacaciones en el mismo hotel.
¿O era simplemente un niñito muy mimado, producto de un amor exclusivista y caprichoso?
Comparo la escritura de Mann con la de Stefan Zweig, quizás por la época, quizás por ese entorno europeo tan internacional, quizás por esos protagonistas que no tienen problemas económicos, quizás por los tiempos, no hay prisa en estos protagonistas. Un tiempo que sigue siendo nublado y frío como recordaba. Una novela escrita en la Europa previa a la Gran Guerra.
Me gusta la novela y me gustó la película (por cierto, con una excelente banda sonora). El personaje adulto, leída hoy, da mucha grima. No obstante, es una lectura que merece la pena. La leí con menos de 20 años, tal vez hoy leería otro texto. Quizá sea el momento...
ResponderEliminarLa película refleja muy bien la novela, creo que son ambas obras maestras.
EliminarYo he releído la novela en esta ocasión y, desde luego, que he leído otra novela a la que leí hace unos años, quizás incluso merezca una tercera lectura para que la historia pase a un segundo plano y sea la forma en la que está escrita, la simbología, la que prevalezca.
Así me ha ocurrido con el protagonista de la novela, es fácil pensar en pederastia, pero diría que es totalmente distinto. Si que me ha despistado una escena en el barbero.
Sin duda necesito una siguiente lectura y refrescar la película.
Un abrazo, Atticus.