sábado, 22 de julio de 2017

Amigos en las altas esferas – Donna Leon


Llega el verano y vuelve Guido Brunetti a mis lecturas. Así empezaba una reseña anterior de un libro de la serie y así vuelve a suceder un verano más. En esta ocasión Amigos en las altas esferas. Inicia la novela con un problema administrativo relacionado con el apartamento de Guido y Paola. Rossi, un funcionario del Ufficio Catasto, visita el apartamento un sábado recordando una carta que informaba de problemas administrativos y que quedó olvidada. Y de Rossi no se sabe nada más hasta que un día llama a Brunetti a la oficina, una llamada que queda en espera y que nunca sabremos lo que quería contarle. El funcionario del Ufficio Catasto aparece muerto al caerse de un andamio en un edificio abandonado.
Y esta entrega estará también presente la droga en Venecia y alrededores: tráfico y muerte por sobredosis. Tramas que se entremezclan presentando una crítica importante a la forma de ser veneciana, posiblemente a la forma de ser italiana en general. La forma de abordar un problema legal, puesta de manifiesto una vez más por Donna Leon en sus novelas, escritora que reside en Venecia desde hace varias décadas y para la que, imagino, supuso un choque cultural la Venecia donde vive con su New Yersey natal, aunque habiendo viajado y residido en tantos países y tan dispares: China, Irán…, ese choque cultural que yo quiero ver reflejado en sus novelas sea posiblemente una impresión mía.
No tengo claro que la serie de Guido Brunetti pueda denominarse novela negra, quizás esta entrega la que menos de la serie. Quizás por ello disfruto tanto con ella, es cierto que hay asesinatos, es cierto que hay intriga y corrupción, bastante corrupción, pero también es cierto que la comida, la buena comida es una de las protagonistas de cada una de las novelas, difícil de encontrar en la novela negra más al uso, donde el protagonista siempre come de cualquier manera, sin horarios, sin familia estructurada… Simplemente pasando las páginas de una forma rápida es fácil encontrarse con referencias como


-Lo mejor que puede hacerse con los guisantes tempranos es un buen “risotto”, ¿no?
Paola había ido al mercado del Rialto, a comprar cangrejos.

Ver a sus hijos enrollar en el tenedor las “parppadelle” recién hechas, le infundía una irracional sensación de seguridad y bienestar, y también él empezó a comer con buen apetito. Paola se había tomado la molestia de asar y pelar los pimientos, y la salsa estaba cremosa y dulce, como a él le gustaba. Las salchichas contenían granos de pimienta roja y blanca hundidos en la suave masa del relleno, como cargas de profundidad del sabor, preparadas para hacer explosión al primer mordisco, y Gianni, el carnicero, tampoco había sido avaro con el ajo.
Y luego queda la lectura de los clásicos:
…el último párrafo del octavo capítulo de la Anábasis, porque quería averiguar qué nuevos desastres aguardaban a los griegos en su retirada.
Es una de las novelas de la serie con la que más he disfrutado, quizás porque el desarrollo ha sido menos estándar, quizás porque no tengo claro que se haya resuelto el crimen presente en esta novela, quizás porque se ha presentado crímenes diarios a los que se les da cierta normalidad. Una agradable lectura siempre recomendable.
De la misma autora en este blog:

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho, muchísimo, esta autora. Soy uno de los enamorados de Venecia y la entiendo porque a veces me sorprendo odiando lo que yo mismo soy: un turista en un parque temático a pleno rendimiento.

    De Donna Leon lo he leído todo, salvo el último libro. He de decir que los primeros me gustaron muchísimo más que la última media docena. Tengo la impresión de que ha puesto el piloto automático. Sin embargo, en éste que comentas está lo mejor de ella: un caso detectivesco que nos permite enfrentarnos con una sociedad corrupta en la que el poder nunca ha cedido, sólo se ha mimetizado. Un placer.

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    1. Coincido contigo, para mi uno de los mejores. Aunque todavía me quedan muchos por leer. Eso sí, no me das buenas noticias con lo de que no mejora como el vino :)
      Saludos Atticus.

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