domingo, 20 de octubre de 2019

Los asquerosos – Santiago Lorenzo


Primera lectura del club Te leeré miércoles: Santiago Lorenzo con una historia atípica, una historia que lleva al protagonista, al que conocemos como Manuel, aunque no es su verdadero nombre, a un pueblo abandonado, a la famosa España vaciada. Manuel llega a Zarzahuriel, tampoco es su verdadero nombre, huyendo de la justicia, un malentendido en el portal de su casa y el instinto de supervivencia que le lleva a agredir a un antidisturbios. Y de ahí a Zarzahuriel con ayuda de su tío. Su tío, que será el que nos cuente toda la historia, el que nos vaya relatando la estancia de Manuel en esta casa abandonada donde se instala. Como Manuel va adaptándose a las circunstancias, como solventan los problemas básicos de supervivencia. Un narrador poco habitual, alguien que forma parte de la historia pero del que poco llegaremos a saber, poco más que la relación con su sobrino.
Y Manuel que buscaba la compañía de los demás se encuentra solo salvo por las llamadas diarias de su tío. Una soledad buscada por las circunstancias, una soledad de la que va disfrutando cada vez más. Podríamos esperar una oda a lo rural, a lo bucólico de ser autosuficiente, de las ventajas de vivir en el campo, pero no es eso lo que nos muestra esta historia, es una oda a la existencia, a la existencia sin adornos, disfrutando del tiempo, no tanto del ahora, como si de la soledad, de liberarse de cualquier atadura. Una oda a la austeridad.
Un lenguaje distinto, palabras rescatadas del olvido, alguna también inventada, barroco casi siempre. Santiago Lorenzo nos lleva al mundo de alguien que se aleja de la sociedad, de la sociedad la que tan a menudo necesitamos para sobrevivir, que él también necesita en las cuestiones básicas, cada vez menos eso sí. Un equilibrio entre el aislamiento y el contacto mínimo con otros. Todo hasta que a la casa que ocupa llegan unos vecinos ruidosos a romper la tranquilidad del aislamiento, obligado al principio, deseado más tarde. Unos vecinos de fin de semana, unos vecinos que disfrutan trayendo la sociedad de consumo, esa que utiliza tantos “aparatos” para cada actividad diaria. Un giro inesperado en esta historia que nos depara buenos momentos lectores.
Una crítica, quizás, un texto que nos lleva a la reflexión, seguro. Una historia que parece traer la luz de esa Castilla vacía, un libro que he leído imaginando un lugar oscuro, un lugar frío.

domingo, 6 de octubre de 2019

Ardiente secreto - Stefan Zweig


Stefan Zweig vuelve a mis lecturas. Esta vez nos cuenta una historia desde la perspectiva de un niño. Un niño que se convierte en protagonista, los sentimientos de ese niño que descubre el mundo de los adultos.
Unas vacaciones en un hotel en temporada baja. Un barón que busca algo que hacer en esas vacaciones que no llegan en el mejor momento para disfrutarlas. Una madre y un hijo que pasan allí también unos días, un hijo de salud débil.
Un niño que encuentra en el barón a un amigo.

Edgar yacía en la oscuridad, feliz, desconcertado, quería reír y no podía evitar el llanto, porque amaba a aquel hombre como nunca había querido a un amigo, ni a su padre ni a su madre, ni siquiera a Dios. Toda la pasión inmadura de sus pocos años estrechaba la imagen de aquel hombre, cuyo nombre hacía apenas unas horas que conocía.

Un hombre que encuentra en el niño la forma de llegar a la madre.

Una mujer tiene entonces que decidir entre vivir su propio destino o el de sus hijos, entre comportarse como una mujer o como una madre. Y el barón, perspicaz en esas cuestiones, creyó notar en ella aquella peligrosa vacilación entre la pasión de vivir y el sacrificio.

Y una relación vista desde los ojos de ese niño que pasa de ser el centro de atención a simplemente un estorbo. Esta es la historia de fondo pero lo realmente interesante es como Stefan Zweig nos cuenta los sentimientos de ese niño durante esos días de vacaciones que van a transformar su forma de ver el mundo, como Stefan Zweig nos cuenta las dudas, los malentendidos de esa edad en la que la infancia está quedando atrás, la indefensión de ese niño ante problemas nuevos. Como un niño puede comportarse como un adulto si es necesario, ¿y qué significa comportarse como un adulto?

Nada agudiza tanto el ingenio como una apasionada sospecha, nada desarrolla más todas las posibilidades de un intelecto inmaduro como una pista que conduce hasta la oscuridad.